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javierdelgado

EN CÁLAMO, LIBROS, BORRAJAS, TERNASCO Y BUEN VINO

EN CÁLAMO, LIBROS, BORRAJAS, TERNASCO Y BUEN VINO

Celebrar el Día del Libro en la librería Cálamo es siempre acercarse a la sorpresa. Este año aún más. No sé cómo habrá sido el rato de los cuentos por la tarde, pero por la mañana nos hemos encontrado allí varios cuentistas, algunos poetas, profesionales serios y much@s lector@s amabilísim@s que además de comprar libros hablaban de libros y de asuntos todavía (!!) más interesantes. Saludos, besos, risas... El  olor maravilloso de las mejillas de la profesora María Ángeles Naval me ha hecho besarla cuantas veces me ha dejado tan amablemente. No hay que desaprovechar ninguna ocasión de oler bellos olores, ésa es una de mis consignas. Sencillamente, hay que pedir permiso y luego no ser pesado. Creo que me he comprado el libro más gordo de cuantos había a la venta y aún no tenía: la biografía de Mao de Jung Chang, autora del muy difundido libro "Cisnes salvajes", que leí primero para hacerme una idea sobre la verosimilitud de lo que contara esta inteligente y memoriosa china; como lo que leí en los "cisnes..." me satisfizo, me decidí a hincarle el diente a esta biografía creo que escrita con toda la mala leche que la autora y un historiador amigo han podido poner. No me gustan las vidas de santos y después de leer muchas biografías de Mao (que me gusta menos que Ho Chi Min, por poner un ejemplo cercano temporal y físicamente) aún tengo ganas de ver qué me cuentan del Gran Timonel. Para coger fuerzas con el bulto pude comer cuanto quise de un maravilloso ternasco de Aragón que ahora comercializa la cooperativa "Pastores": en una bandeja van dos raciones que con meter al microodondas unos minutos (o al horno unos pocos más) ya está preparado para comerse y chuparse los dedos. El amigo Paco Marcén, padre de la criatura, o sea, de la idea y de las bandejas, estaba encantado de ver cómo entre tantos libros nos lanzábamos tod@s a comer su ternasco. Dice que se puede comprar en El Corte Inglés, Mercadona, Galerías Primero y no sé dónde más pero me pienso enterar. Si las borrajas que regalaba Paco Goyanes hubieran estado ya comestibles nadie hubiéramos salido de allí en bastante más tiempo, teniendo en cuenta que los vasos se llenaban de vino Guelvenzu. Esto parece una crónica gastronómica más que librera, pero es que lo sorprendente no es encontrarte libros y lector@s en una librería, sino todo un regocijante alimenticio preparado para la ocasión. Cálamo esx así y por eso la amamos tanto. Entre bocado y bocado, Isidro Ferrer se esmeraba en dibujos dedicados con toda la paciencia del mundo, Manolo Vilas resucitaba grave y amigable mientras firmaba su increíblemente buena poesía de "Resurrección" y Adolfo Burriel se liaba con todo bicho viviente conla escusa de firmarles sus dos premiados libros de poemas cuyos títulos lamento no recordar en este momento y in embargo me sé: cosas ya de la edad, dicen algunos. Aún había más sabios y más jóvenes escritores (escritoras que yo sepa no, y me fijo mucho siempre: igual se me ha escapado alguna y ya lo sentiría) y muy sabi@s comprador@s. Total, que hemos pasado la mañana a cubierto, bien comidos y bien bebidos y encima incluso algunos han firmado libros (yo pocos, pero es que no estaba el pintor y además el libro es muy grande para llevar por la calle). Así que todo muy bueno y muy abundante. Una mañana de San Jorge con el feliz añadido de que ni el santo ni el dragón han hecho acto de presencia. Me gustaría poder haber puesto aquí varias de las muy buenas fotos que he hecho con mi fabuloso móvil, pero por ahora parece que sólo va una por artículo; así que he tenido que discurrir mucho para elegir la que ya habrán visto precediendo a estas líneas que aquí terminan porque ya creo que lo he contado todo (incluso alguna indiscrección de ésa sin las que un blog no tendría ninguna o poca gracia. De modo que ya sólo puedo advertirles aquello de ¡ojo y oreja que viene una vieja! Y ustedes deberán adivinar su porqué.

1 comentario

pat rizia -

yo estaba allí, y vi muchas de esas cosas que cuentas, vivan los libros