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JOSÉ-CARLOS MAINER SOBRE

JOSÉ-CARLOS MAINER SOBRE

JOSÉ-CARLOS MAINER SOBRE "ZARAGOZA MARINA"
Leído en el acto de presentación del libro en la Librería Cálamo el 12 del XII del 2005


MENSAJE PARA UNA PRESENTACIÓN
Sepan todos los presentes y, sobre todo, mis compañeros en la redacción de este libro que solamente un imponderable (de bastante peso,y valga la paradoja) me impide ratificar en persona la grata complicidad en la que se concibió y de desarrolló esta nueva aparición de Zaragoza marina.
En este mismo lugar lo dije hace ya un par de años: Javier Delgado viene haciendo suya la tarea de ser conciencia viva de un par de generaciones de zaragozanos, la que le toca por edad y la de quienes, en cierto modo, somos sus hermanos mayores. Escribiendo novelas, poemas o hablando de sí mismo, de sus amigos o de botánica ejemplar, lo ha hecho como estas cosas deben hacerse: con lo justo de sentimentalismo (no hay cariño más siniestro que el que experimentamos por nosotros mismos) y con una buena dosis de exigencia y lucidez. Y en cuanto a  Jorge Gay (a quien conocí personalmente gracias a este libro de ahora), puedo decir algo muy parecido: ese mundosuyo  de colores metafísicos, de dibujo preciso y elegante,de alegorías ambiciosas y mucha reflexión detrás, es algo que también nos representa a todos. O quizá a lo mejor de nosotros mismos: la capacidad de disfrutar una belleza que habla a la inteligencia.
Así que volver a leer Zaragoza Marina y repasar las láminas de Gay me dictó, sin ningún esfuerzo, las líneas de mi prólogo. Que ,en el fondo, se plantea qué quiere decir una obra de los años ochenta -tan confusos, tan fecundos, tan embarullados- en el primer decenio del siglo XXI, mucho más pragmático aunque no menos confuso. Mi trabajo, al igual que la obra de mis compañeros, es una reflexión sobre nosotros mismos con el pretexto de Zaragoza: la ciudad insuficiente, irritante, ajena que pisamos cada día y la ciudad modesta, entrañable y chapucera que tiene un hueco en nuestra memoria.
Pero todo lo demás lo he dicho en el prólogo que me encargó Javier Delgado y que ha quedado en ese libro en el que se han esmerado tanto las manos amigas de la gente de Prames. A todos los cómplices, mi afecto y mi gratitud. A Jorge y a Javier, un abrazo cordialísimo.

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