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javierdelgado

JUAN GOYTISOLO: “EL EXILIADO DE AQUÍ Y DE ALLÁ”. LOS COMUNES MORTALES NO EXISTIMOS COMO PROTAGONISTAS HISTÓRICOS.

JUAN GOYTISOLO: “EL EXILIADO DE AQUÍ Y DE ALLÁ”. LOS COMUNES MORTALES NO EXISTIMOS COMO PROTAGONISTAS HISTÓRICOS.

 

La última novela de Juan Goytisolo muestra un mundo en el que la teoría de la conspiración lo explica todo, una teoría de la conspiración llevada a su extremo lógico: todos los jefes de todas las conspiraciones están confabulados entre sí. La gente, los individuos y agrupaciones colectivas de todo tipo, no somos sino sujetos pacientes de la acción de los jefes confabulados. A efectos de protagonismo histórico, los comunes mortales sencillamente no existimos.

 

En “El exiliado de aquí y de allá”, los dirigentes del Sistema y del Antisistema están inmediatamente comunicados entre sí, tramando absurdas acciones para las que los comunes mortales (o inmortales, como parece serlo el protagonista de la novela) no somos sino mera “carne de cañón”, boba masa consumista de objetos y de ideologías lanzados al mercado, pastel en el que acabamos, como las moscas de la fábula, “presas de patas en él”. No existe propiamente iniciativa más allá de la que puedan tomar los jefes del mundo mundial, que actúan solamente para perpetuarse en sus respectivos poderes.

 

Un mundo (¿un universo entero?) lleno de bob@s obedeciendo órdenes sin ningún espíritu crítico ni capacidad de maniobra individual en el que rigen un puñado de jefes no menos bobos y cuya capacidad de maniobra tampoco parece muy envidiable. Acaso esto último es lo único  que diferencia la novela de Juan Goytisolo de otras narraciones contemporáneas semejantes (pero no de otras de la historia de la literatura)

 

En mi anterior artículo sobre  “El exiliado de aquí y de allá” decía que esta novela podía ser disfrutada como si fuera el texto de un anónimo bloguero tanto por quienes desconozcan a Juan Goytisolo como por quienes conozcan el detalle de su  biografía y de su trayectoria literaria y civil. Eso la hace a mis ojos de más interesante su lectura que muchas otras cuyo máximo (¿único?)valor mercantil se apoya en la mera repetición de una pautas “de autor” previamente “reconocidas”.

 

Otra cosa es el interés que la novela tiene, aparte de lo dicho: me temo que muy escaso, casi nulo. Desgraciadamente, quienes nada sepan de Juan Goytisolo poco provecho literario sacarán de su lectura y quienes sí hayan seguido la trayectoria de su autor sólo les puede interesar de este “testamento literario” la constatación de que Juan Goytisolo, aparte de hacer lo que le da la gana (lo cual es muy loable) no se ha tomado la molestia de construir ni trama, ni personajes, ni lenguaje. ¿No ha querido (ya) hacerlo? ¿No ha podido (ya) hacerlo? Imposible saberlo.

 

Mi impresión es que Juan Goytisolo se enamoró de un viejo ramalazo de  jovialidad adolescente y alargó la escritura durante ciento cuarenta páginas un texto que su espíritu crítico (y autocrítico) seguramente debió dejar en no mucho más de diez. Pero estos actos de voluntad, llevados mucho más allá de las líneas del sonrojo intelectual y artístico (y en todo su sentido, “social”) tienen la ventaja, vistos en otros (especialmente si son famosos), de refrescarnos mentalmente y de cuestionarnos cuanto de “severidad” innecesaria aplicamos hacia nuestros propios escritos. Se trata, si se quiere aprovechar así, de un texto liberador.

 

Y este efecto liberador que Juan Goytisolo nos aporta con su ¿última? novela nunca lo hubiera conseguido el texto de un adolescente bloguero desconocido. ¿No?

 

 

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