Y ¡PLOF!, SE DESPLOMÓ EL CABALLO. QUISO GRITAR, MAS NO PUDO. ERA DENOCHE Y SIN EMBARGO LLOVÍA... GRAN COSA ES EL HIERRO. SIN NÚMEROS NO HAY ORDEN.
Y ¡PLOF!, SE DESPLOMÓ EL CABALLO. QUISO GRITAR, MAS NO PUDO. ERA DENOCHE Y SIN EMBARGO LLOVÍA... GRAN COSA ES EL HIERRO. SIN NÚMEROS NO HAY ORDEN.
Así recitaba mi madre, de corrid, los pies de las ilustraciones de dos libros de su infancia.
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