CUANDO LAS NECESIDADES NO SON DESEOS
CUANDO LAS NECESIDADES NO SON DESEOS
Mi intención al escribir aquí sobre la “necesidad de expresión” (asunto al que ya dediqué algunas tardes del verano pasado) no es la de construir un manual o tratado sobre el asunto, ni siquiera la de construir nada. Y si lo hago en el blog en vez de hacerlo en (¿sobre?) un papel sin exposición posible a otros ojos que no sean los míos no es sino porque la escritura, cuando aparece “editada” presenta unas características especiales que la hacen más atendible y por ello mismo más criticable por el propio escribidor. El blog ofrece, precisamente, una pantalla en la que se exhiben la escritura en toda su mayor desnudez, fuera del ámbito cómodo y arropadito del texto-en-manos-sólo-del-autor.
Mi intención al escribir aquí sobre lo que he dado en llamar “necesidad de expresión” (para lo que fácilmente podría encontrarse una formulación distinta igual de acertada o más) no es otra que la de aclararme – aceptando que para ello he de permitirles a otros lo que escribo en el blog (y éste es uno de los asuntos que menos claro tengo en estos momentos: dejar leer lo que escribo a quien quiera asomarse a este sitio, incluso dejar intervenir sobre lo escrito con comentarios, etc.) – la de aclararme a mí mismo qué sea lo que creo que mi experiencia de mi depresión (una depresión que ya soporto – mal – desde hace casi cinco años) me enseña a mí sobre algo que me importa mucho como es, precisamente, la expresión.
Porque ha habido momentos muy concretos en los que incluso analizando la escritura de otras personas he creído percibir una necesidad ajena a la presencia presente o futura de ninguna otra persona, esa misma necesidad que a veces percibo en mi propio acto de escribir: una necesidad que no sólo no es virtud ni se deja transformar en ella sino que ni siquiera es deseable. Quiero decir, que no atañe en absoluto al deseo (grado noble de la intención) sino que permanece en el fondo del fondo (tocando ya el “sin fondo”) de la mera necesidad.
“Eso” es lo que desearía saber si puedo aclararme a mí mismo qué es realmente y cómo funciona: “eso”, la necesidad. Y si puede tener otras hermanas gemelas en otros ámbitos de la expresión que no sean los conocidos como ámbitos literario, musical, plástico, etc., ni siquiera en el grado menor que pueda atribuirse tales adjetivos a una acción humana. El contable tiene una “necesidad de expresión” y el geómetra agrimensor también la tiene como tal que es.
Mi necesidad, incluso obsesiva, de expresión escrita. ¿Expresión de qué? Podría decirse que se trata de la necesidad de expresar esa necesidad de expresar esa necesidad....
No pretendo polemizar con nadie ni pretendo ganarme su atención. Intento aprovechar un instrumento nuevo como es el de la publicación inmediata (con la consiguiente conciencia de “publicación”) de lo que voy escribiendo. Si lo que estoy escribiendo fuese apareciendo en tiempo real ante sus ojos como aparece ahora mismo ante los míos ya sería la rehostia y el acabose de la realización de mi experimento de autocomunicación sobre la “necesidad de expresión”. Y no porque ustedes conocieran menos lo que escribo sino precisamente por lo contrario, que así de contradictorias son las causas y los efectos de la publicación.
Por qué la publicación (y su conciencia en quien escribe, al menos en mi caso) genera una energía añadida sobre la escritura, por qué escribir en un blog acaso haya sido la causa de que me diese cuenta de que no era el deseo sino la necesidad lo que me llevaba a la escritura (en el blog y no sé hasta qué punto también fuera de él, en otros soportes, etc.), eso es lo que también quisiera llegar a saber.
Y quiero llegar a saberlo más que nada guiado por mi propia extrañeza ante tales fenómenos de la mal llamada comunicación. Una extrañeza (o incomodidad, o repulsión) que me aguijonea de qué manera.
(Así que se continuará…)
0 comentarios