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javierdelgado

ENFERMEDAD PELIGROSA

ENFERMEDAD PELIGROSA

 La depresión, ¿es un tigre de papel? ¡Pues muerde!

Hay una enfermedad del alma que te impide hacer lo que sabes que deberías hacer y querrías hacer. Entre tu juicio y tu voluntad hay un abismo abierto sobre el que ni las medicinas ni el cariño de nadie puede tender un puente capaz de sostenerte al pasar. Indefectiblemente se hunde si una vez más intentas cruzarlo. En esas circunstancias puedes ver un horizonte comprensible pero no comprendes tu incapacidad para ir hacia él, para entregar tus manos a la tarea de hacerlo con la textura y colores que sabes necesita, materiales que conoces, palabras que los nombran, experiencias pasadas que sostienen una forma de ver y de hacer que recuerdas útil. Pero solamente unos días o unos ratos de días se te viene a la sangre la fuerza que transforma pensamientos en actos, ideal en compromiso, soledad en fraternidad, individuo en actor de la historia. Es una enfermedad que te va convirtiendo en personaje de una larga pesadilla inacabablemente repetitiva, protagonista de la negación, a ti, que militaste siempre en la defensa de la negación de la negación, en la resolución de las contradicciones por medio de la dialéctica del pensamiento y la acción. ¿Acabaré volviéndome tonto de remate, o más?, te preguntas aprensivo. Porque tu método ha sido siempre conjugar la concentración intelectual con la expansión activista y así has ido aprendiendo desde los quince años cómo era el mundo y cómo eras tú mismo y cómo era posible transformarse en elemento transformador del mundo, al menos en momentos en los que coincidían suficientes factores a favor. Pero ahora, privado de la acción por ese agotamiento infranqueable, cómo sabrás ni siquiera quién eres, si el mundo más cercano se ha ido desertizando, convirtiendo en desierto de arena, polvo, restos de mundos que llegaste a conocer en toda su nitidez de mundos reales, gobernados por leyes inherentes a ellos, dinamizadoras de su evolución. ¿Llegarás a perder la percepción del mundo? Y entonces, tú, ¿qué sabrás de tí mismo? ¿A quién ofrecerás tu esfuerzo y tu consejo? En esta enfermedad la voluntad se vuelve un arma de dos filos y los dos te rasgan de arriba abajo hasta dejarte irreconocible. Durante algún tiempo hay quienes pueden asegurarte con más o menos fe que sigues siendo tú (aunque un poco disminuido). ¿Y si un poco más allá no hay ya una voz que reconozca la tuya? Intentas, por eso, entre otras cosas, unir ambos lados del abismo entre tu juicio y tu voluntad. Si te quedas a un lado vas a perder las dos cosas, hermano. Si te quedas a un lado no vas a volver del viaje hacia la nada que se adueña más y más de tu cada vez más pequeña voluntad.

1 comentario

MAY -

Sí, Javier. muerde las raíces del alma. Hay que revolverse y aplastarla.Un abrazo MAY.