LA GUÍA DEL JARDÍN BOTÁNICO YA ESTÁ EN SU PENÚLTIMA FASE. A PRIMEROS DE OCTUBRE SALDRÁ.
Varios cargos municipales, encabezados por el alcalde de Zaragoza, viajan a China. Ésta es mi pequeña aportación a su viaje.
La Guía del Jardín Botánico está ya en la fase penúltima: ya sólo (¡!) queda corregir de nuevo las pruebas para asegurarnos de que no hay erratas (que siempre habrá alguna, pero a poder ser las menos posibles y nunca en un lugar importante.
Hubo un parón importante por dos causas. Una importantísima, el cambio en el diseño general del libro para adaptarlo al de todas las “Guías turísticas” de Prames, colección en la que será publicada con el número 21 de la misma. Eso la “arropará” de una forma especial y evitará que sea un libro “perdido” en las estanterías y en la memoria de librer@s y lector@s.
Otra no menos importante, la revisión total de todo el texto que he hecho con la ayuda sobre todo de Mariano Cester, para asegurarnos de que no hablábamos en ella de especies que ya no están en el Jardín ni dejábamos ninguna de las recientemente introducidas. Salvo el caso del laurel, del que ahora sólo queda un tocón pese a lo cual se habla (y extensamente, por su importancia en nuestra cultura) porque se repondrá lo antes posible, precisamente por esa importancia, no hay texto dedicado a plantas que l@s visitant@s no puedan observar por sí mismos. (La idea primitiva era dejar los textos y asegurar su replantación, pero en la mayoría de los casos se hubieran vuelto a plantar especies cuya supervivencia en el Jardín ya había dado resultado negativo, y no era cosa de plantar arbustos o árboles condenados a una muerte – al decir de Mariano – más que probable, segura).
Así que cuando ya teníamos prácticamente maquetada la Guía y puestos pies de fotos y tal y cual, hubo que parar, retroceder y volver a tomar impulso. Porque la realización del plano del Jardín también se veía afectada por esos cambios en el texto. Además, el orden numérico de señalización de las 146 especies presentes en el Jardín, en el texto y en el plano me pareció que ganaría mucho si se ceñía exactamente (todo lo posible) al orden en el que van apareciendo en el relato del concreto por las diversas zonas del Jardín; de manera que hube de ponerme de nuevo a la tarea de los numeritos y sus circulitos (incluso intentamos hacer círculos más pequeños para arbustos…pero ya sucedía aquello de que lo mejor es enemigo de lo bueno: en este caso la extensión del plano – ya aumentada, por cierto, respecto a la que tenía al principio – ya no era aconsejable ampliarla más).
En todo este asunto de los cambios el pilar firme en el que nos hemos podido apoyar ha sido la profesionalidad del maquetador Sergio Naya, de quien no sólo no me importa volver a hablar bien sino que me siento incluso obligado a hacerlo por pura ética y veracidad. Si Sergio no fuera tan buen profesional y además no supiera tratar los asuntos de su trabajo con la cordialidad y la serenidad que le caracterizan me temo que un servidor hubiera vivido muy mal toda esta parte del proceso. Gracias a él todo ha quedado en un estricto asunto de trabajo. Y gracias también a la sensata supervisión de Chusé, que parece tener los brazos de goma: sabe extender la mano izquierda cuanto es necesario mientras aprieta con la derecha exactamente lo razonable. Ya lo he dicho otras veces: un tipo muy novelesco, Chusé.
De paso me hace gracia contarles que parece que con motivo de la publicación de esta Guía hemos convencido a unos pocos cargos municipales de que la mejor forma de publicar un libro es precisamente la que hemos adoptado: una publicación de una editorial concreta en una de sus concretas colecciones, en régimen de colaboración con una entidad política concreta. Al libro lo que es del libro y a la política lo que es de la política. Libro y política salen ganando mucho en una circunstancia como ésta, en la que el libro sale al mercado como todos sus hermanos y primos y el Ayuntamiento (además de ahorrarse unos miles de – nuestros - euros puede mostrar públicamente su interés por esa edición y lo que conlleva (un compromiso de maximizar el cuidado del Jardín Botánico), lo que sin duda será tenido en cuenta por la ciudadanía.
La cosa no fue muy fácil al principio: estas cosas siempre levantan recelos, celos y velos diversos. Pero una intervención magistral de Chusé ante varias autoridades locales puso ante sus ojos la más clara visión realidad al respecto. Que no es poca cosa. Porque en estos asuntos lo que dificulta las cosas no es la capacidad de comprender de nadie sino las rutinas, inercias, miedos, consignas, reticencias, afanes protagonistas, valoraciones políticas… ¡Una madeja muy embrollada, créanme! ¡Yo mismo sufrí en mis propias carnes (sobre todo en la zona cerebral y cordial) las tensiones inútiles que generaron las noticias sobre cómo se estaba llevando adelante la construcción de la Guía.
No seré yo quien ahora se ponga a narrarles la novela de las intervenciones diversas de l@s divers@s cargos municipales que intervinieron al respecto. ¿Qué no sucederá cuando lo que se ventile no sea una publicación de doscientas páginas sobre un pequeño Jardín Botánico…! Pero, sin señalar a nadie, les diré que iluminar y disipar las densas nieblas que se forman en el corro de l@s cargos públicos con motivo (¿o excusa?) de cualquier acción interna o externa que alguien, de fuera o de dentro de las instituciones, intente llevar a cabo, disipar esas nieblas, digo, no es tarea para cualquiera ni para cualquier momento. Lleva tiempo, roba energía y corrompe el humor de cualquiera. Incluso confesaré que quita las ganas de volver a intentarlo. Tal cual.
A mi hija Celia ( que me sintió agobiado y exhausto después de una reunión un tanto atípica) le expliqué mi manera de ver este tipo de problemas: uno tiene que mirar más allá del círculo cercano que forman los cargos políticos y sus colaborador@s, pensar siempre en el gran público ciudadano al que puede resultar positiva tal o cual acción (por ejemplo, editar una guía de un Jardín Botánico). Mirar más allá y mantener la vista en ese objetivo cívico, en ese compromiso con la ciudadanía, mientras atiende a los problemas que surgen en ese corro pequeño pero poderoso que forman los cargos públicos de cualquier institución. Si la mirada se posa en el corro estás perdido: sobre todo porque debes darte cuenta de que en ese caso no estás trabajando para la colectividad sino para el interés particular de una persona, o personas, o grupo político (incluso dentro de su partido político), etc. Y eso es otra historia.
Si lo que se pretende es llevar adelante una iniciativa de intervención (en este caso cultural) pública, nunca hay que dejarse encerrar en las cuatro paredes de cristal blindado entre las que hacen su vida la mayoría absoluta de los cargos públicos y sus colaborador@s. Si un día no fue así en sus biografías, no cabe ninguna duda de que (con las honrosas y sorprendentes excepciones que uno, es cierto, encuentra) lo olvidaron.
Ahora la Guía sigue su preparación “en talleres”. Creo que además de la Guía se publicarán unos miles de planos del Jardín Botánico. Mejor que mejor. Y por Luis Moremno y Mariano Cester sé que van a ponerse nuevos elementos de divulgación para l@s visitantes del Jardín. Manuel Fernández, Jefe del Servicio de Parques y Jardines teme, con razón, la acción destructora de l@s vándal@s que una y otra vez han arrasado el Jardín y en general el Parque Grande. Pero también él parece que apuesta por buscar la forma de dar a la ciudadanía lo que se merece al tiempo que se defienden los bienes públicos de la acción de es@s vándal@s.
Mañana tendré ya las últimas pruebas de la Guía en mi mesa, para hacer las últimas correcciones. La semana que viene, si no hay contratiempos, entrará en prensas. Y si la suerte acompaña, el libro se presentará oficialmente antes o en las fiestas del Pilar, una vez que haya salido a la calle como todo libro que se precie. Por mi parte, saben que he necesitado hacer mucho más esfuerzo del que creía necesario: entre mi flojera y los obstáculos absurdos que surgieron, esta experiencia editorial concreta creo que me ha costado más que aquella otra del libro sobre la Colegiata de Borja, cuya fabricación fue un ejemplo concreto de otra forma de hacer las cosas (se trataba de una publicación del propio Centro de Estudios Borjanos), pero de hacerlas muy bien. Manuel gracia Rivas, presidente o director o lo que sea de ese Centro, ofreció una calidad en el trato al autor y a la imprenta rarísima de encontrar en estas tierras. Aquella experiencia (agotadora por lo que suponía de amplio intento intelectual: estudiar toda la vegetación presente en el arte de la Colegiata) me ha venido a menudo a la cabeza estos días pasados, al reflexionar sobre la turbia (porque por momentos lo fue o lo pareció) y desde luego enervante fase intermedia de la experiencia de la fabricación de este librito.
Les dejo aquí. Espero que tengan ganas de saber cómo acaba la cosa, cómo sale este libro… Sigo en la idea de cumplir mi propósito de relatar todos los pasos de la fabricación de la Guía del Jardín Botánico y así lo haré hasta el día de su presentación oficial. Les prometo que, dentro de la discreción que me parece oportuno mantener en estas historietas, les seguiré contando la intrahistoria y los intríngulis de esta pequeña aventura.
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