ÁLBUM DE LAS ANDANZAS DE MI BUEN AMIGO CARLOS GARCÍA DE LA PEÑA, I: LA PLANTA DEL RICINO
Planta de Ricino de la huerta de Las Fuentes (Zaragoza). Foto de Carlos García de la Peña.
Mi cuñado y sin embargo buen amigo Carlos García de la Peña, licenciado en Veterinaria y notable empresario de la industria de la alimentación animal, realiza cada semana o cada poco menos tiempo largas andanzas por los alrededores de Zaragoza, ejercicio saludable que le compensa las muchas horas de tensión laboral y de sedentaria oficina. En sus andanzas hle ha cogido el gusto a fotografiar especies vegetales de lo más variado. Y con contento con eso, algunas de sus fotos me las envía con interesantes comentarios en los que da cuenta del lugar y circunstancias diversas en las que encuentra esas plantas.
Ésta que publico aquí hoy es la primera de una serie -espero que interminable- de fotografías de las que mi amigo Carlos me envía, con las que pienso fabricar un "Álbum de las andanzas de Carlos García de la Peña" cuya primera noticia de cada página irán teniendo siempre ustedes en este blog.
Como pueden ver, se trata de una hermosa planta de ricino (Ricinnus communis), arbusto que él encuentra en la huerta de Las Fuentes y que puede verse en muchos otros lugares de nuestra geografía (incluso en macetas, como en Vera de Moncayo y otros pueblos de la provincia). Se cría naturalmente en vecindad de jardines y tieras de labor, aunque sea planta importada (procede del sur de Asia: de la India y de Java). No hace muchos siglos que vive entre nosotros el ricino.
Del ricino se emplean las semillas, de las que se saca el aceite de ricino que ya conocían los egipcios y los griegos de la antigüedad y que ya entonces usaban como extraordinario purgante, aunque por entonces no sabían eliminar totalmente las esencias tóxicas peligrosas para el organismo humano.
En las farmacias, hasta hace bien poco (y aún ahora) se dispensan frascos de aceite de ricino cuyo asqueroso contenido ha de tomarse pinzando la nariz entre los dedos índice y pulgar. Eso sí, su efecto contra el estreñimiento es rápido y eficaz, por lo que su uso sigue extendiéndose (y su mal uso, como castigo). Como quiera que el ricino también ataca la lombrices intestinales, tan numerosas en los intestinos infantiles, úsase también para ese fin, sin dejar de tomarse mayormente para evitar los males del estreñimiento, que son muchos y no los vamos a enumerar aquí.
Puede que les divierta saber que en un pasaje de la traducción de San Jerónimo del "Libro de Jonás" (del hebreo al latín) San Jerónimo no tradujo "calabaza" como era costumbrehasta entonces traducir aquel palabro hebreo, sino "hiedra"; y eso creó tal polémica en las iglesias de África que los feligreses sesalían de la misa al escuchar que Jonás se había recostado a descansar "a la sombra de una hiedra" (aún emblemática planta de las festividades orgiásticas dionisíacas...) en vez de bajo la pacífica, próspera y familiar planta de la calabaza. De todo ello dio cuenta San Agustín, contemporáneo de SanJerónimo y no muy amigo de sus traduciones comprometedoras (pues hubo más polémicas), enviándole dura reprimenda por escrito.
Todo esto tiene algo que ver con nuestro ricino porque por parte de los sabios judíos que fabricaron la "Septuaginta" (versión griega del Antiguo testamento) se decidió que aquella planta del "Libro de Jonás" debía ser precisamente el ricino y no la calabaza ni la hiedra y dieron sus razones más o menos convincentes. Hoy día botánicos hebreos tienden también a pensar que así sea. Pues será. (Lo cual, si era ciertamente ricino y si se estira la fábula veterotestamentaria, acaso estuviera escrito para decir algo sobre el estado de las tripas de Jonás en ese momento, o de las tripas de la ballena que tardó tres días en expulsarlo... )
Lo cierto es que la planta es bella y atractiva y llama nuestra atención cuando, como es el caso, asoma en la linde de los campos y huertas cercanas a la capital. Esos colores y formas están diciendo algo a nuestros ojos, revelando un secreto, haciéndose notar a fuerza exotismo, hasta que damos en la razón de tanta belleza consultando un buen libro sobre plantas, etc.
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