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javierdelgado

ECOS DE SOCIEDAD: LO QUE UNA PERSONA DICE POR AHÍ DE MI LIBRO"EL HÉROE AGOTADO" SOBRE LA VIDA DE VICENTE CAZCARRA

Hace una semana se presentó en Zaragoza mi libro "El héroe agotado. Un ensayo sobre la vida de Vicente Cazcarra Cremallé (1935-1998)", en el que intento dar noticia de la interesante vida de quien lideró el PCE de Aragón de 1967 a 1979 y formó parte del Comité Ejecutivo del PCE de 1972 a 1981.

 

La publicación (Fundación Rey del Corral de Investigaciones Marxistas, 2008) apareció en el acto en homenaje a su memoria en el 10º aniversario de su muerte y en el marco de la campaña "¡Una calle para Vicente Cazcara!", felizmente concluida con la decisión unánime del Pleno del Ayuntamiento de Zaragoza de dedicar a su nombre un nuevo Paseo de la ciudad , precisamente situado donde lo estaba la importante fábrica del metal Giesa, "bastión" del movimiento obrero zaragozano y "semilero comunista" desde su inauguración en 1945.

En general, el libro ha sido muy bien recibido, más que nada por la propia figura de Vicente Cazcarra, hombre muy admirado y querido en Aragón, tierra a la que dedicó sus mejores esfuerzos y a la que legó un tesoro político del que aún se extraen riquezas.

Pero hay una persona que, con muy poco tino, va diciendo por ahí que en mi libro “El Héroe agotado” presento a un Vicente Cazcarra estalinista (!!??). Si no fuera porque estas cosas me dan mucha pena me partiría de risa. Lo que tiene que hacer esa persona es aprender a leer… y a vivir. Por lo menos, si tan segura está de su juicio, podría decírmelo directamente a mí en vez de ir llamando a mis amig@s. A cualquier edad puede tenerse dignidad, y la persona en cuestión no es precisamente una niña: ha llovido y nevado mucho desde que nació.

Lo más curioso del caso es que esa persona, hasta ahora de mi máxima consideración, recibió el texto (como otras cuatro personas de mi confianza) dos semanas antes de que fuese a imprenta, cuando ni siquiera yo sabía que se iba a publicar tan rápidamente. Y lo recibió por email enviado por mí mismo con el ruego de que me comunicase si había algo con lo que estaba radicalmente en desacuerdo, literalmente le pedía en mi email del 21 de marzo: "si observas en mi texto algo que contradice claramente la verdad documentable o tu convicción personal sobre tal o cual detalle realmente importante, por supuesto te agradeceré que me lo hagas saber. Y si por mi parte me parece adecuado atender tu opinión concreta sobre tal o cual detalle, así lo haré". Nada me contestó.

El día 14 de abril conseguí iniciar una conversación telefónica con esa persona, para comunicarle personalmente que el libro estaba en la imprenta... y ante mi asombro me cortó con un sonoro "¡Me importa un bledo"!, sin darme opción a explicarme, tras lo cual me despedí. Aún espero una palabra suya sobre el particular.

Pero voy a lo realmente importante: la visión de Vicente Cazcarra que doy en mi libro "El héroe agotado" y su porqué.

Nunca en toda mi vida se me había ocurrido la idea de que Vicente Cazcarra pudiera ser tildado de estalinista, ni creo que nadie que lo conociera aunque fuese muy poco (y le conocieron miles de personas, pues fue una figura clave en nuestra Transición) pudiera pensar tan atrocidad.

Es más, personalmente tengo la evidencia de que Vicente Cazcarra nunca fue tal cosa porque desde mis diecisiete años milité en el PCE de Aragón (de 1970 a 1979) y colaboré muy estrechamente con él en tareas de dirección y en la redacción de materiales políticos como, por ejemplo, el libro "Aragón. El regionalismo de los comunistas" (Zaragoza, Guara, 1977).

Estoy seguro de que si Vicente Cazcarra hubiera tenido algo de esa enfermedad nunca hubiera yo militado con él en el PCE ni, como yo, cientos de "cuadros" del partido de aquellos años.

Muy al contrario, Vicente Cazcarra representó la apertura intelectual y moral a las novedades políticas y culturales de los años sesenta en el mundo y la relación cordialísima con cuantas personas lucharon en Aragón (y fuera de Aragón) contra la dictadura de Franco y por la democracia en España. Personificó, más que ningún otro líder aragonés, la vinculación del movimiento obrero al movimiento cultural, la unión de las reivincaciones sindicales con la exigencia de la libertad de expresión y el futuro democrático de España con la Autonomía para Aragón. Su "Manifiesto para Aragón" (Zaragoza, 1972) fue el primer documento político del siglo XX en el que se reivindicaban nuestras libertades autónomas vinculándolas a la lucha del movimiento obrero e intelectual.

Y ahora resulta que esa persona que no se atreve a decirme a la cara tamaña insensatez va por ahí llamando a mis amig@s para avisarles de que no se dejen engañar por mi libro ni por mi dedicación a la campaña de homenaje a Vicente Cazcarra. En su personalísima opinión, se trataría por mi parte de una "traición" bajo la forma de un fementido homenaje. Porque mi intención, según ella se empeña en "desenmascarar", no es sino la de presentar a un Vicente Cazcarra estalinista.

Si dedico unas líneas en este blog al caso es por lo que tiene de significativo: quien se dice "defensora" del buen nombre de Vicente Cazcarra ha lanzado sobre él la mancha de un feo término político: "estalinista", que nadie en su sano juicio extraerá nunca de mi texto. Por la sencilla razón de que no hubo nada en la vida de Vicente Cazcarra (que, como todo ser humano, tuvo sus errores) que se acercase a lo que puede llamarse "estalinismo" y por la no menos sencilla razón de que en mi texto no hay nada que permita suponer que pienso yo que fuese nunca Vicente Cazcarra tal cosa.

Parece ser que a esta persona no le ha gustado nada que incluya en mi texto la recepción que tuvo en la prensa nacional la desafortunada intervención de Vicente Cazcarra en el X Congreso del PCE (Madrid, julio, 1981). Y parece ser que dicha a personita no le sirven para nada los cuatro largos párrafos que dedico a intentar comprender las circunstancias personales de dicha intervención. A mi libro me remito, por si hay quien se interese por la cuestión. Quien lo desée puede consultar también mi libro "Uno de los nuestros. Memorias de un joven comunista (1969-1979)" (Zaragoza, BArC, 2000), en el que doy cuenta de mi relación personal y política con Vicente Cazcarra.

Creo que Vicente Cazcarra en el PCE pagó él mismo un precio costosísimo (que le llevó a abandonar todos sus cargos e incluso su militancia durante algunos años) en ese terrrible y destructor X Congreso del PCE por su lealtad personal a lo que siempre creyó que era una causa por la libertad, la democracia y el socialismo. A preguntarme sobre las razones de esa intervención en una biografía en la que nada podía hacerla prever dedico algunos párrrafos de "El héroe agotado".

La vida de Vicente Cazcarra fue, en conjunto, una vida ejemplar no sólo como militante y dirigente comunista sino como persona en general. Tuvo momentos de heroismo: su ejemplar paso por comisaría en 1961, cuando ante terribles torturas opuso su silencio absoluto y una huelga de hambre que estuvo a punto d costarle la vida); su dignísima lucha en la cárcel de Burgos por la dignidd de los presos; su siempre firme militancia, que en tiempos de clandestinidad fue la de un seguro dirigente que organizó sus actividades sin caer nunca ya en manos de la policía política, pese a sus continuas actividades dirigentes en el Comité Ejecutivo del PCE.

Además, fortaleció hasta su notable expansión la organización aragonesa del PCE, que adquirió bajo su liderazgo un respeto generalizado en la región gracias a su inteligente visión de la realidad política concreta y a su infatigable labor como hombre aglutinador de la oposición antifranquista. La talla política de Vicente Cazcarra fue y es reconocida en su tierra por personas de cualquier credo y adscripción política, como así lo ha evidenciado el unánime acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de Zaragoza al dedicarle un Paseo Vicente Cazcarra Cremallé en su ciudad natal.

En una biografía tan rica en experiencias y resultados positivos su inexplicable actuación en el X Congreso del PCE extrañó a cuantos lo conocíamos y habíamos aprendido de él la apertura de miras y el apoyo a la pluralidad dialogante en el seno del propio partido. Pero esa no fue, ni muchísimo menos, la actuación más importante de su vida ni por la que es y será recordado con admiración, respeto y cariño. Las circunstancias del momento hicieron de su intervención parte de un desastre geralizado en las filas del PCE y en su más alta dirección que llevó (de la mano de un Carrillo sobrepasado por una realidad en la que prefería destruir el PCE antes que ser desplazado de su dirección y perder el poder acumulado) al partido a su práctica destrucción a principio de la década de los años ochenta del pasado siglo, sesenta años después de su fundación.

Una historia, la del PCE, que debe a hombres y mujeres de la talla intelectual y moral la profunda huella positiva que los ideales comunistas han dejado, pese a todos los pesares nacionales e internacionales, en nuestra población. Hombres y mujeres comunistas que nunca bajaron la cabeza ante los golpes de la opresión económica capitalista ni ante los zarpazos de la brutal represión del régimen franquista.

¿Tan importante resulta, realmente, un elmento entre cientos de los que constituyen su biografía? No lo creo. Aún más: pienso -y así lo sugiero en mi libro - que ese elemento fue un elemento inducido, tal vez forzado incluso, por quienes no supieron ni quisieron ver su poder limitado en un partido más democrático, ese partido democrático que Vicente Cazcarra contribuyó como pocos a construir y por el que hizo cuanto estuvo en sus manos en todo momento. De hecho, su dimisión ese mismo año en protesta por las exclusiones y expulsiones de gran número de altos dirigentes del PCE (como Manuel Azcárate, cabeza visible de la renovación ideológica, política y organizativa del partido) da idea de la fibra moral de Vicente Cazcarra.

Lo realmente lamentable fue que aquel Congreso acabara con un partido al que Vicente Cazcarra entregó desde sus diecisiete a sus sesenta y cuatro años lo mejor de sí mismo. Y ese mal final (el giro carrillista hacia el PSOE y la "vuelta a casa" de la mayoría de los cuadros dirigentes del PCE) dejó a Vicente Cazcarra (y a tantos miles de comunistas) sin un instrumento de transformación social en el que habían puesto fundadas esperanzas y al que habían dedicado sus mejores cualidades.

Que descanse en paz esa persona que pierde, creo que muy equivocadamente, su tiempo estos días removiendo espantajos, como sin duda descansa en paz, con todo derecho, el magnífico ejemplar humano que fue Vicente Cazcarra Cremallé.

2 comentarios

Javier Delgado -

Estimada Laura:

Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que entre la gente joven el texto tenga la buena acogida que me cuentas. A vosotr@s va especialmente dedicado, por si os anima (más) a la lucha cotidiana contra toda clase de falacia y de opresión. Nunca dejaré de repetir que Vicente Cazcarra fue un vivo ejemplo de dignidad y de pasión revolucionaria. ¡Sigámoslo!
Un cordial saludo.

Laura -

Javier:
mi más sincera enhorabuena por tu texto. Me parece una aproximación excelente a la vida de Vicente Cazcarra. Las personas con las que lo he compartido, especialmente gente joven, como yo, me han comentado cómo logras que nos pongamos en su papel. Con tus preguntas consigues que nos preguntemos, que nos situemos en ese momento, en ese contexto... Sólo puedo darte las gracias por compartir con el mundo este texto y pedirte que hagas caso omiso de críticas sin fundamento. Leído con mirada clara y nítida "El héroe agotado" es un magnífico libro, un texto a celebrar y recomendar.