LA HABANA (CUBA): ARBOLADO URBANO DE LA REVOLUCIÓN
Diamante verde
Tribuna de la Habana. El periódico de la capital de Cuba.
Texto y foto: Raquel Sierra
http://www.tribuna.co.cu/Etiquetas/2008/junio/7/diamante-verde.html
La bala que en Girón privó a Elías Martínez de un pulmón, no pudo matarle la iniciativa. Pudiera hasta decirse que es un precursor de la agricultura urbana y el cuidado del entorno. Hace 35 años, con un solo pulmón y dos costillas de platino, comenzó a sembrar cedros, algarrobos, yuca, boniato, café, cacao y cítricos, en el espacio que ocupara una fábrica de ladrillos abandonada.
“Tuve que correr a buscar permisos porque lo iban a buldozear todo”, recuerda Elías, hoy perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios Israel Reyes Zayas, del Cotorro. “La gente me decía que estaba loco, pero yo seguía con lo mío. Por la mañana, trabajaba en el ICAIC, y por la tarde, en la finca”. A lo mejor esa “locura” le salvó la vida.
“No tengo abono, ni tracción animal, pero no quemo nada y hago barreras naturales para evitar que la tierra se escurra, eso es agroecología. Y esa hectárea y media produce también para el hogar de ancianos, el materno, la cooperativa y los vecinos”, cuenta. “Yo hice aquí el primer bosque martiano, con atajanegro, caguairán y yagruma. La tierra es mi madre”, asevera.
Hacen falta miles
Elías es solo uno entre los que han sabido hacer crecer sus sueños en cada árbol sembrado y logrado. De esa forma han contribuido a llenar espacios vacíos donde hace siglos hubo plantas y más plantas. Quienes caminan la ciudad, saben que necesitamos muchos otros Elías, miles.
“La capital dispone de 13 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, mientras que los municipios periurbanos tienen 33. Según las cifras establecidas por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, se considera aceptable 10 metros cuadrados”, explica Isabel Russó, jefa del Servicio Estatal Forestal en Ciudad de La Habana.
Aunque desde 2000 hasta hoy el índice de boscosidad de la provincia (áreas pobladas por árboles) creció de 4,03 por ciento hasta 5,53, no pocos espacios están a merced del sol y el polvo.
Son muchas las amenazas para el arbolado. A algunos les molestan las hojas, a otros, las lagartijas que pueden atraer. Unos terceros, dicen –en ocasiones con razón–, que les daña los cimientos de las casas. Sin embargo, estos y otros argumentos no dan a nadie el derecho de secar, anillar, mutilar ni matar un árbol. El destino de cada uno de ellos, sobre todo si es inocente, debe decidirlo un criterio especializado.
Réquiem
Palmas jóvenes debajo de líneas eléctricas serán un peligro potencial en unos años; abuso de la siembra de ficos, framboyanes levantando las aceras; espacios en los barrios sin sombra adecuada, cuando pudieran convertirse en microparques y pinos carcomidos por los insectos sin un manejo adecuado, son algunos matices del mundo verde de la capital hoy. Pero como dictan las normas del urbanismo, todo tiene que hacerse de manera conceptualmente integrada y armónica, respetando el medio ambiente.
De acuerdo con Russó, incluso cuando un árbol está seco, es un peligro cortarlo sin tener los conocimientos debidos, pues puede provocar accidentes. “Hay que saber qué árbol debe ir en cada lugar, cómo podarlo según su arquitectura, porque vemos muchas podas que provocan dolor. Por ello, trabajamos para que la población, los eléctricos y quienes toman y ejecutan decisiones, conozcan y cooperen en el plan de reforestación, conocido como Mi programa verde”.
Para Russó, son tan importantes los pequeños espacios donde solo cabe un árbol como las vías de acceso que dan la bienvenida a los visitantes y las fajas hidrorreguladoras. En todos esos espacios trabaja la ciudad, pero todavía persiste una baja sensibilización hacia el tema.
En el entramado urbano faltan más de 28 mil árboles. Si un día son sembrados, ¿podrán llegar a la edad adulta? Para ello es preciso interiorizar los beneficios; más allá de lo que se ve: amortiguan ruido, producen oxígeno; ubicados a la orilla de la costa, absorben el salitre; y alojan diferentes especies de la fauna, entre otros. Su manejo es costoso y lleva años.
Todo el trabajo referido a la reforestación está respaldado por la Empresa Forestal, de nueva creación, encargada de la producción de posturas, así como del manejo de unas dos mil hectáreas, hasta ahora subexplotadas.
Modernización
Según Russó, como el registro que existe es de inicios de siglo, se trabaja en hacer un nuevo inventario, informatizado. Este permitirá tomar decisiones rápidas y precisas. Por ejemplo, decirle a las autoridades: “si se corta este árbol le estamos quitando a la ciudad tantas toneladas de oxígeno y deja de amortiguar tanto ruido”.
Aunque no pocos los ven como algo insignificante, los árboles, junto a la prioridad y el cuidado que les demos las personas, somos parte de la contención del cambio climático. Cada árbol, dice Russó, es un diamante verde. Entonces, ante tanto descuido, protejámoslo.
0 comentarios