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BUJARIN, LA REVOLUCIÓN RUSA EN LOS AÑOS VEINTE… Y LA CRISIS ECONÓMICA EN LA QUE ESTAMOS METIDOS AHORA. MÁS UNA PEQUEÑA HISTORIA PERSONAL DE VENTA DE LIBROS.

BUJARIN: LA REVOLUCIÓN RUSA EN LOS AÑOS VEINTE… Y LA CRISIS ECONÓMICA EN LA QUE ESTAMOS METIDOS AHORA. MÁS UNA PEQUEÑA HISTORIA PERSONAL DE VENTA DE LIBROS.

 

 

Les contaré una cosa: a mediados de la década de los noventa una dificultad económica bastante notable me obligó a vender muchos de los libros de mi biblioteca. Gracias a aquella decisión, y a otras, (y gracias a la generosidad de mi llorado amigo el librero Antonio Vidal) salimos mi mujer y yo a flote, así que, aunque dolorosa, la venta de libros cumplió su objetivo. Entre aquellos libros había docenas de textos de autores marxistas “menores”. Me quedé los “imprescindibles” (de hecho, creo que de esos otros autores “menores” nadie suele hablar ya nunca; eran “flor de un día”, producto de unas circunstancias muy concretas de la cultura europea de los setenta y ochenta del siglo pasado. Nunca me arrepentí de aquella venta…ni, por supuesto, de aquella “reserva”: hoy puedo volver a releer cuantas veces quiera esos libros amados en los que aprendí a leer sobre el mundo.

 

Pero hubo un dolor añadido al dolor por la venta: un imbécil indiscreto tuvo a bien difundir entre los clientes de la librería de Antonio la noticia de que Javier Delgado “se había deshecho de su biblioteca marxista…”, lo cual mi hizo tener que soportar durante un tiempo más de una pregunta malintencionada y más de un comentario molesto. Recuerdo que a un idiota que me llamó la atención al respecto decidí contestarle que yo aún tenía en mi casa más libros marxistas de los que él hubiera podido ver en toda su vida, lo cual no dudo que era cierto. Es sabido que quienes dedican su tiempo a las tertulias y a los rumores tienen poco tiempo para ir a las librerías y, sobre todo, para leer.

 

Pues bien, entre los libros que mantuve junto a mí hay unas docenas dedicados a personalidades de las dirección de los partidos comunistas de la década de los veinte, es decir, de sus primeros años de actividad tanto por separado como en sus reuniones en la dirección de la  III Internacional. Creo que  hice una buena selección y que gracias a eso mantengo una buena sección de mi biblioteca dedicada a las mejores cabezas del marxismo revolucionario.

 

Uno de aquellos libros que conservé es este de Stephen Cohen del que ya les hablé brevemente ayer y que ya he (re)terminado.

 

No se trata sólo, para mi lectura de ahora, de repasar la biografía de Bujarin (1888– 1938). Ni siquiera, con ser estremecedora, del trágico fin de su peripecia vital (de la suya y de la de miles de dirigentes y militantes comunistas de aquella época).

 

Se trata de volver la mirada a los años veinte de la recién nacida Unión Soviética, a los debates sobre la concepción de la política económica “socialista” y de las formas de administrar el poder revolucionario: los desafíos teóricos y prácticos que hubo de afrontar la dirección bolchevique durante la primera década de la revolución: guerra civil, dirección industrial, política agraria, creación artística… Muerto Lenin en 1924 (limitadísimo ya por la enfermedad desde 1922), las distintas posiciones en el seno del Politburó sobre la orientación económica (y muy especialmente sobre los rasgos de la política de alianza obrero-campesina) se irían enfrentando entre sí al intentar dar respuesta a los problemas de una realidad mucho más compleja de lo que nunca hubieran previsto en la época de la lucha por el poder.

 

Es apasionante repasar los debates de aquellos años veinte, cuando las propuestas políticas se realizaban aún a la luz del día, como parte de un proceso de masas. Cuestiones tales como el papel de la ciencia en la producción industrial, la función revolucionaria del campesinado, la autonomía sindical, la pluralidad, etc. son cuestiones que han vertebrado durante años el debate serio marxista y sobre las que siempre habrá que reflexionar, incluso para poder atisbar la relevancia de nuevas cuestiones que ahora se nos plantean (consumismo, internet, burbujas financieras...).

 

Leí este libro, “Bujarin y la revolución bolchevique” de Stephen Cohen en 1976. Tenía veintitrés años. Ahora estoy muy cerca de cumplir los cincuenta y cinco. Creo que esta vez he comprendido muchas más cosas. Mi cabeza es la misma, pero mis ojos han visto ya mucho más y creo que sopesan con mejor tino y pulso las cuestiones de fondo que se ventilan en sus páginas, especialmente las referidas a la política económica.

 

Ahora voy a releer “El comunismo de Bujarin” de A.G. Löwy” (traducción de Manuel Sacristán, Grijalbo, 1973). Lo compré en Pórtico el 3 de noviembre de 1976 y me costó 400 pesetas (entre sus páginas está el albarán de compra), lo que no estaba nada mal para un volumen de 456 páginas (sin fotos, ya es pena)  encuadernado en  recio “cartoné”.

 

¿Qué se me ha perdido a mí en los años veinte de la Unión Soviética? A eso no les voy a responder ahora en este blog. Lo que sí que les puedo decir es que la crisis económica en la que andamos embarcados desde hace unos meses y que tiene todo el aspecto de constituirse en una crisis “histórica” por su profundidad radical y po rla amplitud de sus efectos sociales, me hace desear una “puesta al día” de mis recuerdos sobre los análisis marxistas del pasado, tengan o no que ver, directamente, con las circunstancias concretas de nuestra forma de vivir actualmente.

 

 Cuando el año pasado leí, estupefacto, las tremendas páginas del libro de “La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre” de Naomi Klein (Paidós, 2007) me entraron muchas ganas de hacer este repaso a la tradición de análisis marxista en la que me formé y de la que me considero heredero.

 

Cuando escuché aquel  “Conviene que consumais” de  Rodríguez Zaparero en el reciente 37 Congreso del PSOE las ganas de leer “a los míos” se me hicieron absolutamente imperiosas.

 

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