CRISIS ECONÓMICA: DISCURRIR, DEBATIR, ORGANIZARNOS Y ACTUAR.
CRISIS ECONÓMICA: DISCURRIR, DEBATIR, ORGANIZARNOS Y ACTUAR.
Las noticias nos llegan cargadas de terribles cifras y de pésimos augurios. No parece que esté cerca la salida de lo peor de esta crisis económica. Las acciones realizadas por ahora por los gobiernos de medio mundo (incluidas acciones desesperadas como la de la presidenta de Argentina) no están teniendo rápido efecto ni siquiera en el ámbito del mercado financiero. Las perspectivas económicas se ensombrecen más y más. Eso que llaman recesión y que tod@s sabemos lo que realmente quiere decir está ya instalado en nuestro sistema económico.
Hay acciones de trabajador@s (Nissan, GM especialmente y no por casualidad ambas en el sector del automóvil) que muestran tanto la cara de la desesperación ante el paro forzado como la cara de la capacidad de negociación ante actitudes intolerables de la empresa. Pero en la construcción (en condiciones mucho peores de contratación, con un índice de inmigrantes notable en las nóminas...y en las no-nómminas) la protesta no parecen prender todo lo que sería necesario.
La cesta de la compra sube, miles de familias no tienen ni para pagar las deudas e hipotecas a las que se vieron lanzadas por una publicidad criminal y un afán ilícito de lucro inmediato de los ejecutivos de las empresas financieras. Se amplía la base social de la pobreza incluso en nuestro Primer Mundo.
Al Tercer Mundo ya no hay quien le apoye su desarrollo y las economías emergentes comienzan a sufrir también la infección que les llega vía financiera. La toxicidad económica sólo es comparable ya con la toxicidad medioambiental, ésa que los señores del Dinero dicen ahora que no está en primera línea de prioridad.
La inmigración continúa en todas las zonas del mundo hacia las que la pobreza lanza con la convicción (con razón) de que alcanzar ciertas fronteras o costas cambiará el sentido de sus vidas. Cada día mueren en las alambradas o en los mares del mundo docenas de pobres de solemnidad. No podemos premitir que en nuestras calles se siembre la odiosa semilla de la xenofobia ni la menos aparente semilla de la insolidadidad.
En estas condiciones, la revitalización de las organizaciones populares (asociaciones de vecinos, de consumidores, asociaciones de socorro mutuo, sindicatos, colegios profesionales, partidos políticos, etc.) es de vital importancia para poder afrontar los males de la crisis económica con cierta capacidad de respuesta.
También resulta de vital importancia el mantenimiento de los cargos públicos vinculados a la izquierda social en todo tipo de instituciones, comenzando por los ayuntamientos. Para los tiempos que están comenzando l@s trabajador@s de todo el mundo vamos a necesitar mecanismos de autoorganización para los que serán indispensables las capacidades legales de los cargos públicos. Las juntas de distrito en las grandes ciudades y los ayuntamientos en las pequeñas poblaciones nos van a servir para intercambiar información, lanzar propuestas, organizar la movilización colectiva, etc.
En general, todos los mecanismos democráticos que tanto ha costado conseguir en nuestro país (y en cualquier otro del planeta) han de ponerse a funcionar a toda máquina al servicio de la mayoría trabajadora, y para eso somos nosotr@s mism@s quienes debemos reactivarlos y llenarlos de vida y contenido.
La opinión pública puede organizarse. La decepción mayoritaria ante el funcionamiento de los partidos políticos, etc., no debería llevarnos a darles de lado; pero tampoco a esperar que de sus actuales direcciones y aparatos surjan las directrices más adecuadas a los intereses de la mayoría de la población. Sólo una opinión pública independiente organizada sobre la base de objetivos comunes podrá sacar, en el mejor caso (y es deseable y esperable que lo haga), a esos partidos de su ensimismamiento burocrático actual.
Los sindicatos de clase son en estos momentos acaso los más importantes bastiones de la actividad popular. Por su vinculación más directa con la vida productiva y laboral, los sindicatos son sin duda organizaciones especialmente llamadas a protagonizar la acción popular en esta crisis. Pero para ello hay que llenar sus oficinas y salones de actos de verdaderas reuniones vivas, atentas a la diaria actualidad.
Necesitamos economistas, sociólogos, técnicos, hombres y mujeres de las escalas técnicas de la administraciones públicas y de las grandes empresas privadas que estén dispuest@s a colaborar directamente tanto en la defensa de los intereses del conjunto de l@s trabajador@s como en la búsqueda de concretas salidas populares a la crisis económica.
Hay que renovar alianzas y alcanzar nuevas alianzas para los nuevos tiempos. L@s trabajader@s del mundo, sean del campo o de la ciudad, la masa de parad@s, l@s inmigrantes en el Primer Mundo, la juventud y l@s jubilad@s debemos forjar nuevos lazos fraternales que nos permitan a tod@s actuar desde el mismo lado frente a las alianzas de los grandes señores del Dinero.
En estas circunstancias cualquier medida de cualquier gobierno que no vaya directamente contra los intereses de l@s trabajador@s debe ser apoyada y respaldada en la calle y en la opinión pública, de modo que sirvan de puntos de “no retorno” ante las presiones de otros gobiernos y de los grandes monopolios, etc. El mayor error, hoy día, no sería apoyar medidas incompletas favorables a l@s trabajador@s, sino aislar socialmente (e internacionalmente) a los gobiernos que las propongan y, sobre todo, a los gobiernos que las pongan en marcha. Muestro mayor error ahora sería mantener posiciones maximalistas sin apoyo popular, tan marginales en su excelencia “revolucionaria” como inútiles en la realidad concreta en la que debemos incidir ya, cuanto antes.
Tampoco es acertada una actitud despectiva hacia l@s compañer@s que han caìdo en la trampa del “jaujismo” de los últimos veinte años y han hecho con su vida un disparate económico e ideológico. Es la hora de unir a tod@s los afectados por la crisis económica y de compenetrarse en el socorro mutuo y en la acción de masas común. Comprender (incluso compadecer a ciert@s compañer@s de otros tiempos) no es estar de acuerdo con ell@s: es ponerse de su lado porque es nuestro lado, el único sitio que tenemos en el mundo (aunque algunos hayan creido poder “salir” de él).
Es tiempo de actividad intelectual y de ejemplo moral. Es tiempo de organización y de revitalización de toda clase de organizaciones democráticas y populares. Es tiempo de inverstigación y de propuestas concretas con tanta ciencia como arraigo en la población. Es tiempo de movilizaciones masivas y de mantenimiento de las libertades democráticas conquistadas tanto frente a las presiones “oficiales” como a los actos vandálicos de cualquier signo. Este tiempo es nuestro tiempo. Nadie sino nosotr@s podemos hacernos cargo de él.
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