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javierdelgado

DEPRESIÓN: CÓMO DECIR LO QUE DICE LA EXPERIENCIA. MI AGRADECIMIENTO A MI AMIGA LOLA POR SABÉRMELO DECIR.

DEPRESIÓN: CÓMO DECIR LO QUE DICE LA EXPERIENCIA

 

A mi amiga Lola se le acaba de morir el padre y la he llamado en cuanto he visto la esquela en el Heraldo. Me cuenta cómo ha sido la muerte tranquila de un hyombre "cumplido", un nonagenario, en casa, en su cama, rodeado por hijos, nietos, biznietos. Me habla de la paz: la paz con la que su padre ha muerto y la paz con la que sus familiares le han despedido. Y aún tiene ánimos, mi amiga, para preguntarme por mi salud. No sabía que andaba otra vez metido en un pozo y, con el cariño de siempre, me ha estado dando ánimos.

 

Me recuerda que no hay mal que cien años dure y que tras este episodio de negrura otro luminoso vendrá. Son las mismas palabras, con pocas variantes, que puedes escuchar muchas veces en estos casos. Lo distinto ha sido la forma de decirlas. Mi amiga Lola las dice con fe verdadera en sus palabras y con cierto conocimiento de causa: otros amigos cercanos han pasado sus depresiones y le han dicho cómo se las gasta esta puñetera enfermedad.

 

La experiencia, me asegura, nos dice que vendrán mejores tiempos. “Tienes que recordarlo sobre todo cuando peor estás”. Me cuenta brevemente algunas anécdotas que ilustran su confianza. Me ofrece su casa por si necesito algún rato “soltar lastre”… Me despide dándome las gracias por mi llamada y soy yo quien queda realmente agradecido a ella: me ha hecho sentir la verdad (deseable) de su certeza, la categoría real de la propia experiencia en la que arraiga.

 

Necesitaba escuchar esas palabras. Pero necesitaba, sobre todo, escucharlas decir así.

 

Mi amiga Lola se ha quedado huérfana y yo estoy ahora mismo se diría que huérfano de mí mismo. Una vez más, se me ha muerto ese tipo que me esfuerzo en mantener de pie. ¿He de aprender a dejarlo morir del todo?  ¿Quién resucitará? Mi amiga me ha dicho que de la depresión se sale siendo mejor y más bueno. Lo ha dicho con pleno convencimiento. ¿Será verdad? Esta noche quiero creer que mi amiga Lola tiene razón. Ella está convencida. ¿Por qué no puedo apostar por ese convencimiento también yo?

 

En cualquier caso, esta noche, al recordar la conversación con mi amiga Lola tengo, eso sí, la certeza, del poder curativo de la buena amistad. ¿Cómo agradecer su regalo como se merece? La he llamado porque se ha muerto su padre y lo he sentido. Me ha contestado con su interés cariñoso por mí.

 

La experiencia es la experiencia. Comunicarla es otra experiencia que se superpone. Ese cómo te dicen lo que dice la experiencia es decisivo. La  experiencia, con cariño es algo más, mucho más. Eso es, sin duda, lo que ya sabía Lola cuando la he llamado. Esa era su más poderosa verdad.

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