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javierdelgado

DE GRAMSCI AL CHE: LECTURAS (DESESPERADAS).

DE GRAMSCI AL CHE: LECTURAS (DESESPERADAS).

 

Les dije que me ponía a releer a Antonio Gramsci, y eso es más o menos, a ratos, lo que he hecho estos dos últimos meses y no lo dejo del todo ni siquiera ante las miserables noticias vaticanas sobre su pretendida “conversión” final (por supuesto, al catolicismo, ¡del año 1937!, cuando entre otras cosas se excomulgaba a quien meramente colaborara con los comunistas… y lo dijera).

 

No se trata de eso. Sí, como ya pudieron ustedes ver cuando les  hablé de mis lecturas del “triste” Gramsci encarcelado, de esa tristeza, una humedad fría de sopas de rancho carcelario, que se me mete en los huesos cuando vuelvo a esas páginas. Estaba prevenido, pero aún con todo, la tristeza carcelaria de Gramsci se me cuela igualmente hasta el fondo del alma. No se trata sólo de una sensación afectiva o del ánimo; se trata también de una tristeza intelectual, de la constatación de mi pérdida del “optimismo de la voluntad”, de ese optimismo del que hizo gala el gran dirigente comunista italiano hasta muy poco antes de morir torturado por un sin fin de terribles enfermedades. ¿Se trata de una pérdida irreversible? ¡Yo qué sé!

 

Y entonces voy yo y salto de Gramsci al Che Guevara. ¡Como si nada!

 

El caso es que desempolvo algunos viejos libros que leí hace tiempo y otros un poco menos lejanos y salgo a las librerías y compro un puñado de otros libros más nuevos y me siento a leer del Che y sobre el Che, repaso fotos, hago memoria (fotográfica, claro) de imágenes que ni el tiempo ni las penas han podido borrar , escribo notas e intento imaginar qué puede sernos útil a tod@s ahora mismo de aquella vida en armas que vivió el Che Guevara.

 

Ahora mismo no lo sé a ciencia cierta. Confieso, ya de entrada, que nunca, ni cuando joven, fue para mí el Che mucho más que un icono, un fantasma lejano hacia el que no volvía mucho la mirada.  Leí, por supuesto. Y escuché. Tampoco se hablaba mucho del Che en la parte del PCE donde yo estaba, no se discutían a fondo sus textos, no se buscaba en el fondo de su biografía. 

 

Fue más bien en los años ochenta, y más concretamente a finales de 1988, cuando me tomé, por mi cuenta y riesgo  la lectura de y sobre el Che como una tarea “a largo plazo”, vinculada a mi propio aprendizaje de la vida.  Desde entonces  y hasta ahora mismo he ido leyendo lo que ha ido saliendo (creo que el único libro importante que se me pasó en su momento fue el de Paco Taibo II sobre la guerrilla en el Congo (“El año que estuvimos en ninguna parte”).

 

Quizás haya algún otro librom importante que me haya perdido, puede ser, pero creo que salvo ese episodio de su vida, su “episodio africano” (al que creo que, muy equivocadamente, no le dí la importancia que tuvo para la vida del Che comprendida como vida de un revolucionario en un momento concreto de la historia mundial: los años de los movimientos de liberación nacional, entre el comunismo ruso y el chino), salvo ese episodio todo lo demás lo he mmirado con cierto detenimiento.

 

Y sigo confesando que por más que me leo la figura del Che me atrae tanto cuanto me repele, pero eso me ocurre prácticamente con la vida de todos l@s grandes revolucionari@s, artisdtas, escritor@s, sabi@s, etc., que en en el mundo hansido, debe de ser una dificultad mía para con todo el mundo, empezando, eso sí, para conmigo mismo, a quien ya saben ustedes que apenas soporto día no y otro tampoco.

 

Así que voy otra vez al Che. Ahora con el libro del revolucionario cubano William Gálvez, con  ese título un poco mosqueante, “El guerrillero heroico”, pero que tiene buena pinta.

 

Intentaré encontrar ideas para el hoy mismo en el ayer del Che. Aunque, a pesar de lo que dice aquella bienintencionada canción,  ya sé hace tiempo que "todo no está en los libros" y que hay cosas que o las aprendes de la vida misma que te toca vivir o no hay vida de nadie (y menos libro sobre su vida) que te sirva.

 

 

 

Ya les contaré.

 

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