¡ELÍ, ELÍ!, 6: en mi cuaderno escribí ¿por qué no?...
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en mi cuaderno escribí ¿por qué no?
fue una mañana o una tarde o caso u
na noche da igual porque lo mismo
hubiera sido estaba en un convento
de monjas pero esto no sé si da igual
porque no se si hubiera estado pensan
do en lo mismo de la misma forma el
cuaderno sí que lo hubiera escrito por
que suelo llevarlos cuando voy por ahí
de viaje o de veraneo de vacaciones o
de trabajo (es un decir) el caso es que
el cuaderno seguro que hubiera podido
ser el mismo porque siempre uso el mis
mo tipo de cuadernos que compro en la
papelería imprenta Gambón de la calle
Zurita de la Inmortal porque allí los encu
entro si no siempre casi siempre a mi gus
to a mi necesidad a mi precio asequible
a hojas de mis rayas y a mis tapas duras
el cuaderno en fin aquel cuaderno era un
cuaderno de los míos no sé cómo decir
por eso entre otras cosas sé de cierto que
aquel cuaderno es mío y está escrito con
mi misma letra de entonces que no es exac
tamente mi misma letra de ahora mismo des
pués de tanto teclado de ordenador al día y
de tan poca escritura como quien dice a mano
(aunque no escriba con los pies en el ordena
dor)
con esa letra mía de aquel año septiembre del
mil novecientos noventa y dos escribí mi parti
cular descubrimiento de mi América mis Indias
mi nuevo continente ya tan viejo como todos los
demás pero sólo en su propia memoria todavía
desconocida y aún no saqueada esquilmada ta
chada y etcéteras que se hicieron y que ahora
no es cuestión de repetir es de mal gusto aque
llo el Imperio (ya era un Imperio hacia Dios para
ellos cómo no cómo no)
el caso es que una tarde ¿o fue una mañana o a
caso era de noche? de septiembre me había sen
tado a la mesa de la celda que parecía más bien
una simple habitación con cama mesa, sillas y ar
mario además de un lavabo que le daba el toque
necesario para llegar a celda pero de convento en
la cárcel las habitaciones pueden tener incluso un
agujero para esas cosas un agujero infecto que hay
que desinfectar continuamente porque se infecta ca
da dos por tres en nuestra casa no sé si sería tan in
feccioso como lo es en la cárcel el caso es que las
celdas de los conventos tienen lavabo con pileta gri
fos repisita y espejo (no todos: tampoco conozco mu
chos conventos, ¿dos o tres?) no sé si en algún con
vento hacen las celdas con agujero para esas otras
cosas ya saben a qué me refiero ¿no?
me estoy dando cuenta perfectamente de que demoro el asunto
y de que voy cubriendo cada vez más espacio de la página la pan
talla el espacio en general el mundo mismísimo entero con mis ver
sos y no sé si es por el asunto por el fondo que dicen o será por la
forma
esta invasión de líneas con versos tan larguísimos no puede ser sino un fenómeno debido a la narratividad fenómeno antiguo como la poesía misma y sin embargo no suficientemente observado ni estudiado ni aprovechado al menos tanto como a mí me parece conveniente y estimulante pero no es de la narratividad de lo que quiero escribir en este poema (ya no sé si lo es) pero el ojo me dice que ahora es el programa Microsoft Word (lo pone en la barrita de debajo de la pantalla, junto a un dibujito de un folio con la W ocupando casi todo el espacio de ese folio, un folio además en el que se han dibujado unas líneas triangulares en el extremo superior derecha como haciendo ver que se trata de un folio con doblez señal o similares un doble que yo no haría en un folio por nada del mundo hasta ahí podríamos llegar pero así lo sugiere) el programa Microsoft Word que como comencé a escribir más arriba se dedica ahora por sí mismo a cortar las líneas cuando le parece bien (en realidad se trata de otro fetichismo de la mercancía una objetivación virtual y alienada de una orden que hace mucho tiempo le dí yo: comienza por quí acaba por acá) de qué iba el Microsoft Word a saber por dónde cortar las líneas (aunque por supuesto sí sabría: si no le digo nada él decide por su cuenta y riesgo – es una forma de expresarlo de nuevo una convención no del todo solamente lingüística porque también contribuye a mantener la idea la noción de personalidad criterio existencia autónoma de lo que no es sino resultado de una programación de un señor (o señora) programador (o programadora: pero creo que en el caso de Microsoft Word se trató de un señor muy masculino vease si no el nombre que le puso al programa una chica nunca hubiera elegido esas dos palabras terminadas en dental una oclusiva sorda y otra oclusiva sonora de qué hombre de Dios de qué)
ahora que digo escribo
Dios
me acuerdo de que to
do esto comenzó en la
noche (vamos a dejarlo
así) en la que sentado a
la mesa de ¿mi? celda
de un convento de mon
jas escribí en mi cuader
no ¿por qué no?
pero se ha hecho un po
co tarde para contarlo a
hora completamente aq
uí
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