IR AL CINE. PREPARATIVOS. PRI MERA PARTE ABRUPTAMenteacabadaporloqueseverá
Buscas en tu guía portátil. Ahora todo es portátil, y eso es cómodo y práctico, sobre todo tratándose de guías: pues no hay que retrasar la salida por mirar sus datos, los que habrán de servirte para encaminar tus pasos una vez en la puta calle, una vez fuera de una casa que hoy se te cae no precisamente encima sino bajo los pies, bajo el culo, bajo los bajos que no deben, al parecer, mencionarse ni siquiera en los blogs porque como dicen ahora “canta mucho”.
Si en un blog no se escriben las burradas preferidas para qué se inventó ese invento, para qué se salta uno los bajos del editor, del impresor, del censor, del mercado y de sus leyes, de la correcta presentación en sociedad de los textos con aspiración a textos sagrados de la pulcritud, la vainica doble y las puntillas. Algun@s amig@s se van a enfadar conmigo por poner estas cosas pensando que lo digo por ell@s y que vaya forma de respetar lo que hacen otr@s y patatín y patatán. Si en un blog no enfadas a ningun@ de tus amig@s, para qué sirve un blog: ya estaban antes otros procedimientos de molestar a la gente y eran más brutales.
Al fin y al cabo esto no hay por qué leerlo precisamente porque no hay por qué escribirlo, que de eso viene según un diccionario muy bueno la palabra “blog”: invento para pasar el rato escribiendo, eligiendo imágenes, etc., con la seguridad de que será hecho público al momento sin ningún tipo de filtro de calidad, lo que exime a sus autores de cualquier obligación estética o moral al respecto y a sus lectores de cualquier derecho que no sea el de no abrir tal o cual blog si en general sus contenidos hieren su(s) sensibilidad(es).
Pero quién ha dicho (en ese diccionario estupendo no viene) que un blog tenga algo que ver con la sensibilidad de nadie. Un blog es una máscara pero sin carnaval y un acertijo sin solución en la última página. En un blog, como en aquello otro más antiguo y exacto, todas hieren y la última mata. Y si no pues no es tan blog como podría serlo. Y ya que es un blog, cada cual que aguante su vela y a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga.
El caso es que buscas en práctica tu guía portátil mientras vas andando cualquiera sabe a dónde, desde luego tú no, y buscas los nombres que te suenen de algo apropiado a la ocasión. Se trata de ir al cine, vamos a dejarlo claro desde ya. De ir al cine acompañado, en compañía, con alguna persona preferiblemente no ciega o también ciega si hay que cubrir el cupo del tanto por ciento de minusvalías atendibles por el ciudadano medio; pero en ese caso valdría más elegir a una persona manca o coja o sin un solo diente o enana o sumida en la noche del Alzheimer. Pero pongamos que en la lista salga el teléfono de alguien cieg@: pues también valdría, por qué no, si lo que se pretende no es sino asegurarse de que un flanco de la fila de butacas esté ocupado por alguien con quien previamente has quedado en sentarte un@ al lado de otr@. El otro flanco debe dejarse abierto a la casualidad, por si en esa butaca se sienta quien desde ese momento abre una nueva vía de perfección humana, en todos los sentidos, en tu vida. Nunca se sabe. Los cines no están llenos hasta que no cabe ni un alma más y mientras quepa una o dos almas pueden ser una u otra el alma que te anda buscando por este valle de lágrimas y expos con tu nombre en la frente y una espada flamígera en el bolso o en lo que lleve a mano, dispuesta a metértela por el culo de tu alma y hacerte sentir que tu vida no tiene sentido si no acabas ligando con esa persona, cinéfila o no, para el caso es lo mismo, que se ha sentado a tu lado en el lado no ocupado por quien llegó y se sentó junto a ti porque así lo habíais convenido, incluso implícitamente, porque no se suele quedar para ir al cine y decir: oye, nos sentaremos junt@s; ya se comprende que así se hará. Es más, si no se hiciera resultaría francamente raro. Todo el cine clamaría con voz de reprovación: ¡Pero a qué han quedado si luego se sientan cada cual en un sitio sin rozarse un codo!
Pues vas andando y tus pasos parece ser que te dirigen (es un decir: no hay paso que dirijan, eres tú mism@ quien escribes tu historia, ya sabes, un ser humano dotado de dignidad y recursos adscritos para ser, así, únic@ en el mundo, qué digo, en el universo; y un ser humano dirige necesariamente sus pasos incluso cuando no pone especial atención en la dirección que lleva su andar. Algo sabrá, una cierta idea se habrá hecho a fin de cuentas, aunque lo negara no lo creyeras: o es human@ y sí lo sabe o no es human@ y puede ser que no. Pues vas andando y buscando en la guía del móvil) porque ahora las guías de teléfonos están dentro de los teléfonos, no fuera como antes que cada cosa estaba en su sitio y había un sitio para cada cosa. Ahora no: ahora todas las cosas, incluso algunas inimaginables, están o en el móvil o en los papelitos amarillos que se despegan y se pierden los mensajes. La memoria es móvil, pero la memoria del móvil no, dentro ya del móvil no; si no sería como los papelitos esos amarillos: sopla una brisa y adiós muy buenas.
Buscad y encontrareis. Si buscáis en la guía de teléfonos del móvil casi seguro encontrareis teléfonos de vuestro interés pasado, presente o futuro, o todo a la vez. Allí, en la pantallita, los encontraréis, preparados (y si no, mala cosa es, algo falló, preguntad en el teléfono de la esperanza de cada móvil o al proveedor menos canalla o a una persona de cierta confianza ante la que no os dé demasiada vergüenza de quedar como torpes, pero si a tod@s nos pasa lo mismo al principio; es que tú ya estás al final y sigues sin saber cómo se hace lo de las listitas de las guías, ¡ah!, querid@, lo tuyo es para otro artículo de estos de los blogs, incluso deberías dejar de leer este blog y casi casi cualquiera otro blog. ¡Terminantemente! Si tu caso es el de quien aún anda con problemas de ese tipo, aquí se acaba la función para ti. ¡Faltaría más! Otra ocasión habrá para dirigirme a lector@s preparad@s técnicamente (no pido más) para comprender aquello que pretendo difundir. ¡Maldita sea!
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