ACABA EL DÍA...

Acaba el día diez de mayo. Mañana (si Dios quiere, decía mi madre y mucha gente aún lo dice) será otro día (esto también es de uso público). Cada día tiene su afán. (Y quien no lo diga, por lo menos lo viva). Y ahora duerme y reposa y no tengas miedo de ninguna mala cosa. (¡Cuántos pensamientos están ya preparados para que los tengamos y los expresemos, día tras día, año tras año...!). Nos esforzamos en vivir los días como si fueran el primero de la vida humana en el mundo, y menos mal. Si no lo hiciésemos así hace siglos que repetiríamos los mismos sonidos en los mismos momentos para expresar lo mismo: aquel "¿tastastausté?" que aún oía Machado en las aulas de su instituto soriano. El primer día. ¡Qué va! Vivimos de los muertos y para los muertos, aprovechamos hasta las comas que dejaron sueltas! Rehacemos una vez más sus frases, sus gestos. Sufrimos de nuevo su hartazgo, su amor o su ansiedad. Salimos al escenario a representarlos como antes subieron otros y otros y otros... Hacemos de público para nosotros mismos. Ahora es la pantalla del PC el espejito mágico al que preguntamos como antes preguntaron lo mismo que preguntamos. Acaba el diez de mayo. No volverá con el mismo número de día ni de mes ni de año. Pero ya está preparado para volver a empezar otra vez. Quienes no se dan cuenta del truco puede que sean más felices. O no.