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javierdelgado

"EL PATIO DE MI CASA ES PARTICULAR: CUANDO LLUEVE SE MOJA COM LOS DEMÁS", APROXIMACIÓN FOLCLÓRICO-ANTROPOLÓGICA A LAS RAÍCES PROFUNDAS DE LAS DIFICULTADES DE INSERCIÓN MENTAL DE LA NATURALEZA EN LA CIUDAD

"EL PATIO DE MI CASA ES PARTICULAR: CUANDO LLUEVE SE MOJA COM LOS DEMÁS", APROXIMACIÓN FOLCLÓRICO-ANTROPOLÓGICA A LAS RAÍCES PROFUNDAS DE LAS DIFICULTADES DE INSERCIÓN MENTAL DE LA NATURALEZA EN LA CIUDAD

Comprometidos con la causa de la total información, continuamos erre que erre con la retransmisión en secano de la histórica charla del prf. Hans Tilen en Zaragoza sobre Naturaleza y Ciudad en el siglo XXI.

Retomamos la comunicación a escasos segundos de solventarse el dichoso lío del apagón  traicionero que colapsó charla y sala durante algunos minutos. Recompuesto el orden de los factores que habían alterado el producto, el profesor Tilen encaró a pelo el segundo tramo de su disertación, dedicado a los fenómenos atmosféricos cuando tienen lugar en el espacio geográfico de la ciudad. ¿Llueve en la ciudad o sólo parece que llueve? Ésta sería la pregunta inicial con la que retomó su intervención este sabio al que ya no dudamos adjetivar de suicida, vista y oida la reacción del público a sus intentos de compartir sus conocimientos con el personal de a pié y de a caballo.

El asunto de la realidad de la lluvia en la ciudad fue malamente acogido por ese público, entre el que no pocos amenazaron con sabotear el acto al grito de "¡Irrelevante!". Afortunadamente un anciano allí de cuerpo presente levantó su huesuda mano para pedir la palabra y una vez que se le concedió acertó a farfullar algo parecido a lo que aquí recogemos: "Pué que sí, pué que no", ante lo cual el prof. Tilen exclamó, exaltado, que una respuesta de ese tipo era tanto como conceder que el fenómeno de la lluvia era vivido por la población urbanita de la misma forma que lo han vivido siempre los hombres y mujeres del agro.

Ante el griterío, se apresuró a aclarar que agro era el campo, el medio rural (ruralen conformationen vitale der nibelungen estrechen), tras lo cual el vocerío decayó prontamente, momento que aprovechó un grupo de jévenes. pucho en alto, para gritar repetidamente: "¡La lluvia de Fraga no nos apaga!¡La lluvia de Fraga no nos apaga"!, que fue tomado por el profesor Tilen por el lado bueno; esto es, como  corroboración y demostración fehaciente de que llover en la ciudad era un fenómeno natural visto como tal por la población urbanita menos por un pequeño segmento materialista-histérico, dado a percibir deidades llovedoras y en general seres conscientes en la trastienda de los fenómenos meramente naturales, generando así fenómenos culturales semejantes a los de las romerías, rogativas, etc. " La antropología explica bien esta cuestión", señores y señoras, remató el prof. Hans Tilen, feiliz de poder comparar cualquier cosa que se manifestara en la salacon algo un poco más alejado del terruño  zaragozí.

A partir de tan elemental como ocuriiosa cuestión, el profesor avanzó, escalón a escalón, por la senda de la deducción y por la pista de la inducción, pero sin dar a entender sus intenciones, conocedor ya del público ante el que se las veía. A causa del ejercicio intelectual el profesor pronto llevó al auditorio a la convicción (al menos no negada en voz ni grito ni nada en alto) de que "tanto monta monta tanto en la ciudad como en el campo" en materia de fenómenos atmosféricos de toda índole y condición. Y en esa firme base argumental basó la construcción del gran edificio científico del que daremos cuenta en la siguiente retansmisión, pues llegado este momento se acercaba la hora de cenar, sagrada entre los presentes y sus parientes y amigos, motivo por lo que la continuación de la charla fue pospuesta hasta las dos de la madrugada, una vez acabados los programas televisivos de máxima audiencia.

No pocos asistentes rechazaron en su interior este cambio radical de planes, pero sabemos de buena fuente que ninguno osó hacerlo saber ni al resto del respetable ni a la comisión organizadora del evento ni al propio Profesor Hans Tilen, que muy alborozado salió a cenar a la manera germana, extrayendo ya en las escalinatas cucharas , tenedores y cuchillos de sus al parecer siempre bien pertrechados bolsillos interiores. Lo que más de uno del lugar observó y comentó.

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