FOTOS DEL JARDÍN BOTÁNICO: SEGUNDA MAÑANA CON LOS SABIOS FOTÓGRAFOS ELISA Y JAVIER, CON LOS QUE APRENDO UN POCO SOBRE LOS SECRETOS Y LOS MISTERIOS DE LA FOTOGRAFÍA.
Javier y Elisa no se van con la música a otra parte, porque lo suyo es la fotografía. Pero sus fotos están afinadas como un arpa o una flauta. La mirada las hará temblar y mostrar su belleza y su exactitud. ¡Que le vaya muy bien a Elisa por los caminos de la fotografía!
El viernes nos dedicamos a las frondosas. Acudimos al Jardín Botánico a las 8 en vez de a las 9. Ya habíamos visto lo que daba de sí una mañana: más allá de las 12 no hay quien trabaje a pleno sol. Hubo suerte también ese día: no se movía mucho el aire, enemigo del enfoque. Comenzamos por la melia, la acacia de tres espinas…
Cuando llegamos al mirto nos emocionamos con el perfume de sus ramas floridas: no es de extrañar que los árabes cantaran a esta planta y la quisieran siempre cerca de sí. La más leve brisa esparce los olores diversos de sus ramas, hojas, flores y frutos, un combinado al que el olfato actual no está ya acostumbrado. Disfrutamos mucho con el mirto. Los frutos de los alisos, esos conos insólitos en nuestra tierra; la blancura espectral de los abedules, la extraña tintura del haya roja… todo eso vinon después de fotografiar los dos hermosos ejemplares de almeces, algún detalle del manzano (porque no está en buen estado), el árbol del amor y sus hojas arriñonadas (Elisa insistía en que se parecían a un corazón…). El alcornoque (árbol, humano aún pasó alguno con cara de lo mismo, ¡qué pueblo es esta ciudad en la que unos fotógrafos pueden llamar todavía tanto la atención!), los nísperos y cakis, las grandes verdosas exóticas esterculeas…
En estas zonas de frondosas las diferencias entre especies son más patentes y claras, se pasa de un mundo visual a otro con sólo un giro del trípode. Javier seguía empeñado en tomar las más mejores fotos de árboles que pudieran tomarse y dedicaba su concentración sin esfuerzo aparente, cosa de profesionales. De tiempo en tiempo dejaba en manos de Elisa la responsabilidad de unas cuantas tomas, y yo lo veía rumiar futuras búsquedas detrás de sus gafas de sol y de sus movimientos lentos: un buen fotógrafo, pensaba, es como un felino. Un felino que ronda su presa cariñosa y concienzudamente, asediándola finalmente por el flanco que le dará los mejores bocados a la voracidad de su cámara. Era muy interesante ver a Javier Royo en esa lenta ronda y cómo de repente brincaba como a cámara lenta y elegía el lugar exacto para atrapar lo que estaba esperando. La mañana fue pasando entre colores, olores y formas.
A veces Javier o Elisa se sorprendían de alguna noticia de las que les daba sobre algún particular. Javier es bastante sabio en plantas y puede que me hiciera fiestas para tenerme contento, de tan buen hombre como es. Me gustaba hacer reír a Elisa con alguna bobada que viniese a cuento: una joven en prácticas merece cuidados especiales. Sobre todo si es su último día de prácticas y al día siguiente vuelve al ejército de buscadores de empleo… Esta chica tranquila, decidida, discreta y mucho más sabia de lo que pueda parecer una joven de su edad merece tener suerte pronto y que le pongan una buenísima cámara en las manos y le pidan estupendos trabajos.
Hacia las 12,30 habíamos acabado la tarea con todas las frondosas: aguantamos un poco más de lo previsto por dejar acabada esa parte del jardín. Habían hecho ya las seiscientas fotos que cabían en las tres tarjetas de memoria. ¡Y eso que yo creía que íbamos más rápido! Ya sólo nos queda una hora o así de trabajo para fotografiar la zona de la entrada, incluida la espléndida trasera del edificio de las oficinas de Parques u Jardines, con su grupo de plantas mediterráneas: vid, naranjos, granados y rosas. La cercana vieja higuera complementa estas tres parejas masculinas/femeninas que inspiran y recogen la esencia del simbolismo mediterráneo más arcaico y fundamental.
Si hay suerte, este martes que viene acabamos de sacar fotos y acabamos después de elegir las que irán en la Guía. Los ojos acabarán inundados de imágenes florales, con sus espinas inmensas, sus pétalos espectaculares, los espléndidos colores de cortezas, el brillo de hojas entre hojas, el mundo mágico y natural del Jardín.
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