UN CUENTO TRISTE:
Hay quienes pretenden mantenerse por las nubes...mientras pisan malamente a quienes viven encuentran en la tierra. De eso va este relato, más bien escena dramática.
LA DOCTRINA O LA VIDA
De mañana temprano, llamaron al portero automático de su casa: una voz femenina le pedía que abriera para dejarle una carta en el buzón. ¿Pero quién eres? No le invitó a subir. No bajó hasta estar seguro de que sería imposible encontrársela en el portal.
Leyó la carta, que comenzaba: Permíteme que vuelva a comunicar contigo antes de lo previsto. Sobrevolando la tristeza que tengo por la drástica despedida y algo dolida por la dureza de tu respuesta al teléfono, quiero hablarte, y hablarte con mucho amor. ¿Puedo hablarte de amor sin sexo o seré sospechosa de calientapollas? Tú dirás si puedo o no puedo... ¿Estás ahí?
En unos párrafos cariñosos se dolía y se disculpaba. Temía haber estropeado su relación con sus dudas e inseguridades. Y también sentía dolor porque quizás había malogrado su acercamiento a la sabiduría que ella intentaba obtener y difundir... El resto era doctrina, su reafirmación en las ideas del control sexual, la castidad y las esencias espirituales de sus disciplinas.
Y acababa: Tras estas largas explicaciones, que necesitaba darte aunque no sé si aún te interesan, me despido con una bendición: Om Prema Ananda Mangalam (Amor, Felicidad, Prosperidad). Om Shanti Shanti Shanti... Hari Om.
Le irritó esa carta doctrinal en la que aquella mujer huía de hablar de sus problemas reales y de sus deseos y sentimientos concretos y se refugiaba tras las líneas de los catecismos de su grupo. Le disgustó mucho leer aquellos párrafos. Le hicieron estimarla y quererla menos y sentir compasión.
Por esa compasión, y por el cariño que aún le tenía, le llamó.
Fue una larga conversación muy triste.
- Mi fallo ha sido enamorarme de ti, confesaba ella, culposa.
- ¡Por qué no te has apoyado en mí para realizar tu plan!, preguntó él, enfadado. En algún momento fue cruel:
- Seis años de tu instrucción en esa filosofía no te has servido para nada. ¡Necesitas sesenta! Estaba desesperado y tenía que hacer un esfuerzo muy grande para no atacar. Y pese a todo, a veces atacó.
Ella temía que él pensase que había estado jugando con él…
- Me he hecho muchísimo daño. He ido con la mejor intención...He estado siempre indecisa...Y volvía con su culpa: Mi único fallo fue haberme enamorado.
- Yo sólo puedo ofrecerte ahora silencio, decía él intentando ser dulce. Me has hecho mucho daño. Has envenenado todo con tu insistencia.
Ella le pedía que no abandonase... ¡Yo ahora no puedo hacer nada, sólo llorar!, le replicó.
Ella se culpaba de haberse puesto a darle esas clases, sin estar preparada, sin alejarle de ella en un grupo amplio...
- ¡Si lo tenías tan claro, por qué hacías lo contrario de lo que pensabas?
- Pensaba que enseguida evitaríamos esa situación...Pero todo ha salido mal, terriblemente mal. Y es que no te entendí cuando me ofreciste la posibilidad de relacionarme sólo espiritualmente.
- ¡No lo entendiste! No era algo definitivo.
- Pero tampoco yo me había pronunciado definitivamente. Sólo había expresado mi duda. Se le habían alborotado de tal forma las emociones...
Él, por segunda vez, atacó: ¡A lo mejor ella esperaba que él le hubiera escrito poemas y cuentos para pedirle guerra...!
- ¡Como puedes decirme eso!, le oyó gemir dolida. ¡Pero no aceptaste mis palabras! La voz de ella sobrenadaba la oscuridad. Es que cuando tú habías cerrado algo yo aún lo tenía abierto. Siento haberte hecho daño. Espero que se te pase enseguida. Me cuesta creer que no haya un fondo de bien... ¡Y me doy cuenta de que no me quieres nada, nada! Eso es lo que percibo. Piensas que he sido bienintencionada y, porque algo sí me quieres, me llamas para no dejarme tirada, demasiado maltratada. Por compasión. Seguía su voz, debilitada: he entendido que lo que habías vivido como amor se había convertido en algo nefasto.
- ¡No!, gritó él sin evitar otra vez el ataque: ¡No se me ha convertido! ¡Me has envenenado todo eso que decías ofrecerme! ¡Y ahora soy incapaz de seguir sin desesperarme y llorar por no verte junto a mí, instruyéndome con tu voz y tu gesto...? ¡Pero si resulta que te viene bien decirte que no te quiero, pues tranquilízate así. Y ponme ahora de malo de la película y ya está.
- Yo te quiero igual, decía ella como si recitara un mantra. Pero era un triste mantra.
- Me parecía que te sentías estafado.
Lo que él había visto era como una mujer maravillosa se metía más y más en un lodazal, ella sola, sin ninguna necesidad.
La dejaba hecha polvo. No sabía qué hacer. También ella lo pasaba muy mal. Se había enamorado muchísimo de él. Se había descolocado por completo. Un terremoto semejante...
-Es mucho lo que se ha removido dentro de mí y no puedo ver claro. Me queda la sensación de haberlo estropeado todo yo, de haberlo envenenado, como tú dices. Es una impresión muy fuerte.
A él le costaba seguir la conversación. Se había tomado una pastilla porque ya la angustia se le iba apoderando. Con aquello diluyéndose bajo su lengua intentó hablarle con cariño y claridad. - Sabes lo que te sucede pero no quieres decírtelo. Porque contradice doctrinas, filosofías, conveniencias, intereses creados, crea conflictos... Hay que aceptar que la vida sea amor y conflictos. O será conflictos sin amor. Yo opté por vivir los conflictos con amor y aceptar los conflictos del amor. Te he querido querer como tú querías que te quisiera. Como tú me pediste que te quisiera. Y no hemos sabido. Los dos. No hemos sabido. Pero no puedo acusarme de nada. Lo sé sin ninguna duda. Y ahora tengo que sobrevivir, ¿entiendes? Tú sabías cómo estaba, cuando nos conocimos. Pues ahora tengo que sobrevivir también a pesar de esto.
- Me haces pensar que lo que te pareció bueno no era bueno, que era un fraude, que era un fraude yo. ¡Te he querido tanto, con tanta ilusión, tan puramente! No me he sabido expresar ni entenderte por esa conmoción...No me puedo creer que sólo te vaya a quedar el veneno.
Él quería despedirse, acabar con el sufrimiento de esos momentos. Cerrar los ojos. Descansar. - Ahora hay que pensar que no nos vamos a ver nunca más. Hay que pensarlo.
- Pero me quedo con una pena, insistía ella. Me quedo con el dolor de dejarte tan mal. Pensar que puedes estar mal o peor. Tengo un pesar enorme. No hay otra solución: nos despedimos ahora. Deseo intuir que estás bien un día. No sé ni lo que es más conveniente. ¡No sé ni lo que puedo decirte por no hacerte mal. Así que cada cual obraremos como nos parezca, sentiremos como nos parezca... Me queda mucho dolor, mucho dolor al pensar que puedes estar mal. Pero dime que estarás mejor.
¿Cómo iba a decirle algo así? Lentamente susurró:
- No. Ahora no puedo decirte nada.
- ¿No quieres que te diga ni te mande nada?
Estaba ya con la desesperación invadiéndole por entero: Que no puedo. Que no puedo.
- ¿Ni pensamientos ni nada?
Se lo dijo: - Que no puedo. Que no puedo.
- No te oigo bien.
- ¡¡Que no puedo más!!
- Bueno. Que sí. Que hay que cortar del todo y hay que cortar del todo. Parecía resignada, abatida, vencida.
- Yo me quedaré callado. Absolutamente callado. Recordaré el tesoro que me diste...
- Que el veneno se transforme en otra cosa. ¡Intentaré quererte callada también! - No lo vas a intentar. ¡Lo harás! -Intentaré hacer una especie de muro...
-¡Yo no! ¡Yo voy a pensar en ti todo lo que me dé la gana! ¡No voy a hacer ningún muro!
-Pues entonces te llegarán mis pensamientos, mis sentimientos. Te llegarán. ¿Se estaba animando?
-Pues ya lo veré. Si me llegan, ya los veré.
-¡Pues hasta pronto!
- ¡No tengo ni idea! ¡No creo!
-¡Yo tampoco! Ella Intenta reír.
-Un beso.
-Otro.
- Adiós.
-Adiós.
7 comentarios
ivonn -
asu me encanto el cuento, eh.. esta chidsmo pero largo jejjejej.. hasta tuve a punto de llorar eh....
bueno un *****kiss***** bye
hgdci -
tu chupapico -
hhhh -
link -
jenial
me awite pero me encanto
zdcdsfbvrgbv -
pedrinho -
q' es esa caga weon o weona