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javierdelgado

"TRAVESÍA": UN ESPECTÁCULO GLOBAL A CARGO DE "ARBOLÉ" Y "EMBOCADURA". MÚSICA, DANZA, PALABRA, IMAGEN Y ACTUACIÓN CON LA BAILARINA SILVIA AURÉ Y EL DIRECTOR-ACTOR-PINTOR MARIANO ANÓS CON MÚSICA DE JOSÉ LUIS ROMERO

"TRAVESÍA": UN ESPECTÁCULO GLOBAL A CARGO DE "ARBOLÉ" Y "EMBOCADURA". MÚSICA, DANZA, PALABRA, IMAGEN Y ACTUACIÓN CON  LA BAILARINA SILVIA AURÉ Y EL DIRECTOR-ACTOR-PINTOR MARIANO ANÓS CON MÚSICA DE JOSÉ LUIS ROMERO

 Mariano Anós, recién salido de las aguas purificadoras de la mar salada, desprecia elegantemente la feroz amenaza de las tenazas del tiempo y del olvido que asolan nuestras costas culturales.

Ayer fuimos a la sala Mozart del  Auditorio a ver "Travesía", el nuevo espectáculo producido por lal asociacióln entre Arbolé( Esteban Villarrocha)  y Embocadura (Javier Anós).

Alguien tendría que escribir sobre este hermanamiento artístico y empresarial que consigue cada cierto tiempo elevar la calidad artística de nuestros escenarios más allá incluso de lo que el (un poco rutinario) público teatral zaragozano puede asimilar. Pero sólo lo justo para elevar con su puestas en escena al propio público asistente a grados superiores de sensibilidad y receptividad. Heredera en parte, por tanto, del espíritu del primer Teatro de la Ribera (al que Javier y Mariano Anós entregaron toda la vitalidad, la inteligencia y la sensibilidad de las que disponían, durante años y difíciles años), esta hermandad entre Embocadura y Arbolé nunca deja de sorprender.

Ayer tampoco. "Travesía", espectáculo ideado sobre la música de un joven músico entregado a la "música incidental" que ya ha acompañado a docenas de espectáculos teatrales y en general escénicos, supera en impulso poético y en exquisitez técnica cuando antes han mostrado Embocadura y Arbolé por separado y juntos.

Mariano Anós ha ideado un recurso hipnotizante sustentado en la percepción del trazo gráfico (de la línea, de la letra, del gesto, de la expresión) en cuyo engranaje las evoluciones del baile y la danza de una maravillosa Silvia Alluré interpelan a las entonaciones de la voz de un Mariano Anón dueño y señor de sus recursos vocales y gestuales.

Ni por un momento calla la música del grupo orquestal que interpreta en vivo sobre el escenario (en su jaula de plata o en su nube de nieve) un repertorio de las obras de José Luis Romeo que sólo por escucharse interpretado así merecería la pena sentarse en la butaca incluso aun siendo ciego. La música de Juan Luis Romeo  ha ido haciéndose tan personal como universal, tan expresiva de su yo musical como instrumento de comunicación entre culturas y tiempos.

Sobre la capa de plata del sonido musical, la escenificación, la representación, la vida interior de un puñado de personajes hecha voz, gesto y movimiento.

Por el muy especial tipo de espectáculo que ha preparado Mariano Anós no me parece apropiado dar más pistas sobre sus características: el efecto sorpresa es una de las esencias del combinado de "Travesía" y debe poder beberse de un trago sin que antes un comentarista (ni con la mejor intención) lo descubra antes de tiempo.

Lo dejaremos así en esta breve reseña de un espectáculo en el que inteligencia y belleza bailan juntos en el fragor histórico de horrores y desdichas y derrotas de cuyas cenizas ha sabido hacer Mariano Anós un ave incandescente que interpela a nuestra intimidad fraternalmente desde el escenario y nos hermana, honra que nos hace, al destino de un trazo de luz que acaso si conmueve las conciencias también pone su mano de amor sobre la herida de nuestros temores y fracasos.  

El teatro más poético de Mariano Anós es ya un espectáculo "total" en el que música, pintura, danza, actuación y multiplican lentre sí los efectos de una iluminación generosa y creativa y del uso (sin abuso) de unos recursos técnicos absolutamente contemporáneos al servicio del intento más antiguo y más excelso del mundo: dar felicidad mientras se clava el afilado cuchillo de la lucidez. Un ritual teatral servido con las grandes galas de la más absoluta desnudez.

¿He de decir enhorabuena?

El público aplaudió con emoción y ganas. Y un servidor también.

4 comentarios

javier delgado echeverria -

Estimada Cordelia: Tienes toda la razón, y no voy a darte excusas porque no tengo propiamente excusas para lo que señalas. Hay cosas difíciles de explicar cuando uno tiene una hija de doce años por la que ha hecho una opción preferencial en cuanto a la dedicación del tiempo. Pero ya te digo que realmente nada me excusa. Como tampoco, concederás, nada me obliga. Es posible que me esté perdiendo demasiadas cosas interesantes durante demasiados años (¿crees que voy a ver todo lo que presenta Mariano Anós?)y es posible que algunas de ellas sean algunos de tus espectáculos. Si hay suerte, mi disponibilidad y mi afición se unirán de nuevo. Un cordial saludo.

cordelia -

Querido javier:
Es una lástima que no te acerques por otros teatros de la ciudad. Desde hace bastante tiempo, otros profesionales de la escena aragonesa estamos empeñados en hacer ciudad y cultura zaragozana, en muchas ocasiones, por no decir las más frecuentes, sin apenas medios ni ayudas económicas.
Llevo veinte años en esta profesión, no soy amateur y hace poco estrené una hermosa obra en Zaragoza. Me hubiera gustado tenerte entre el público... y que, al menos, me hubieras dedicado una de las hermosas palabras que le has dedicado al que ha sido uno de mis maestros, mariano anós. Lástima...
Besos

javier delgado echeverria -

Estimada comentarista:

Lamento haberle dado el disgusto del que me escribe. En la edición de hoy martes 19 de oct. del Heraldo de Aragón firmo una crítica al espectáculo en la que sí nombro como merece al coreógrafo Víctor Orive, a quien apludí ´tanto o ´más que al resto de los participantes en el espectáculo. Siento haberle hecho pasar a Usted un mal rato (y quizás a él: le ruego le haga llegar mis disculpas y le facilite la crítica de hoy en Heraldo).

Gracias por sus palabras y una vez más mis excusas.
Un cordial saludo.

PS: Pongo este mismo texto en mi blog, bajo su comentario, para público conocimiento de mi error.

Dominique Morata Gressel -

Respecto al artículo de Javier Delgado sobre el espectáculo TRAVESÍA:

Yo fui parte de ese público al que usted hace mención y que aplaudió emocionado el pasado sábado en la Sala Mozart del Auditorio de Zaragoza, desafortunada por no abarrotar su patio de butacas y al mismo tiempo agraciada por acoger un espectáculo arriesgado, de una exquisita sensibilidad… En Aragón más que en ninguna otra región parece cobrar sentido el “nadie es profeta de su tierra” y, sin embargo, sigue siendo cuna de tantos artistas honrados cuando fuera de sus fronteras han de ser reconocidos…
Gracias, Sr. Delgado, porque su arte literario plasma la exquisitez y el reconocimiento de algunos de los autores que han hecho posible este producto. Y también mi decepción por su descuido hacia los “olvidados”, indispensables, puesto que de lo que se trata es de una concepción dialogante entre fundamentales disciplinas. El cartel publicitario de la global TRAVESÍA lanzaba tres de los artífices esenciales: José Luis Romeo, Víctor Orive y Mariano Anós. Su artículo me ha interesado gratamente, acostumbrada a tener que soportar críticos que comentan sin conocimiento ni base cultural cualquier tipo de acontecimiento artístico. Al mismo tiempo me ha decepcionado por la omisión del coreógrafo Víctor Orive (hijo desterrado de esa tierra que, al parecer, se repite áspera) sin el cual esta obra no habría sido la misma. Fue la oportunidad de poder volver a deleitarnos con una de sus obras, lo que nos impulsó a movilizarnos desde diferentes puntos del país hasta Zaragoza. Y nos encandiló una vez más su capacidad para conmovernos a través de su creación coreográfica. ¡Cómo en una hora y con tan solo una bailarina –rescatada de la danza-exprés, como ella se autodenominaba antes de este salto en su carrera – ha sido capaz de unificar las diferentes tendencias de la danza, globalizándolas en una sola y hacer de ella, auténtico teatro emocional! ¡Cómo escogiendo a una sola intérprete (ciertamente acertada Silvia Auré) ha conseguido desdoblarla, sin quiebros ni distorsiones, en una mujer multiplicada en tan diversas facetas, edades y caracteres, a cual más magnetizador! Ella, sí maravillosa, pone cuerpo y movimiento al alma que la ha creado para este fin.
Una servidora siente la obligación de añadir este nombre, Víctor Orive, así como el de Marie Laure Bernard (diseñadora del vestuario) y aplaudirlos verbalmente, como a los tan merecidamente citados en su artículo: espléndidos Mariano Anós y José Luis Romeo.
Gracias por tenerlo en cuenta.