¿QUIÉNES SON L@S ENFERM@S? DEPRESIÓN, SALUD Y VIOLENCIA. REIVINDICACIÓN DE LA LLAMADA "HIPERSENSIBILIDAD"
¿Qué ven ustedes en la imagen? ¡Ojo con su enfermedad!
¿Quiénes son los enfermos? Esta pregunta me la estoy haciendo desde hace algún tiempo, al comparar las reacciones de individuos enfermos de depresión y de los individuos no aquejados por ella (que se sepa).
El interés de la pregunta radica en la estimación de “sano”, “salud” y “saludable” en las pautas de comportamiento de los individuos humanos sujetos activos y pasivos de las relaciones sociales con los de su misma especie.
Por supuesto, mi único laboratorio es mi persona y mis únicos ejemplos provienen de mi propia práctica de las relaciones sociales.
Concretando un poco: cada cierto tiempo (desgraciadamente, cada muy poco tiempo), alguien de tu entorno reacciona violentamente ante una propuesta o proposición o intervención tuya que directa o indirectamente le concierne; una reacción violenta que se manifiesta, afortunadamente, en el terreno de lo verbal, pero que no deja de presentar elementos gestuales agresivos (sin llegar a la violencia física).
Cualquier animal o célula viva percibiría sin duda tal reacción como una clara amenaza a su integridad.
Dichas reacciones violentas suelen conllevar un elevado índice de expresión oral negativa sobre los asuntos en cuestión (que pueden ser de cualquier tipo y magnitud e importancia subjetiva o/y objetiva); expresión negativa que transmite noticias anteriormente desconocidas sobre la forma en que tal individuo elabora en su interior la percepción de los asuntos de que se trata: generalmente dejan ver un pozo negro de sentimientos y razonamientos marcados por la frustración, la envidia, la angustia, el malhumor, la desesperanza, la negatividad, etc., que sólo bajo una capa opaca de falsa transparencia han coexistido (ahora lo sabemos) con otros sentimientos y razonamientos, éstos positivos, que sí ha dejado ver el individuo ahora enfurecido.
La visión de ese saco de dolores abierto ante los ojos y la recepción de la reacción violenta del individuo contra nosotros (en alguna medida catalizadores de la reacción) resulta tremendamente dolorosa para cualquier enfermo de depresión que no permanezca totalmente drogado por la medicación o totalmente cegado por la autocompasión y encerrado en sí mismo.
La cuestión que planteo es la siguiente: si la forma cotidiana, habitual, de trato de la mayoría de los individuos no catalogados como enfermos comprende usos violentos y reacciones agresivas incluso contra personas hacia quienes manifiesta (sin mendacidad) una positiva afectividad; si en el día a día de miles o millones de seres humanos está instalada una cultura de la violencia en la que tod@s soportan las agresiones de tod@s como si tal cosa y sin un perceptible dolor (salvo alguna molestia pasajera), ¿cómo hay que definir la situación psicológica (respecto a la salud) de quienes, como los enfermos de depresión, no soportamos la más mínima evidencia de arrebato de violencia ni la expresión agresiva de quienes constituyen nuestro entorno vital (no ya sólo de quienes gozan de nuestros afectos positivos y de quienes gozamos de su carió, etc.)?
Se me hace difícil no pensar que los enfermos, realmente, son ell@s, todo el resto del mundo en el que los individuos soportan un insano ambiente de relaciones sociales en el que violencia y agresividad son el pan de cada día en el ámbito amistoso, profesional, familiar, etc.
Ell@s, quienes ejercen y permiten el ejercicio de la violencia sin ponerla en tela de juicio, asumiendo su cuota de agresividad, endureciéndose para resistir hasta la extenuación en ese ambiente que ell@s mism@s contribuyen a mantener dolorosamente tenso.
Quienes, enfermos de depresión, no podemos (literalmente no podemos: no se trata de una opción) soportar la más mínima dosis de violencia contra nosotros, y mucho menos por parte de nuestros seres queridos, ¿estamos enfermos realmente?
¿Sanar, para nosotr@s, quiere decir volver a ser capaces no sólo de soportar la violencia sino de generarla en nuestro entorno (como cualquiera de los demás seres san@s de la sociedad?
¿Ésa es la alternativa, el objetivo de nuestro tratamiento: endurecernos, blindarnos, acorazarnos como la mayoría, para así poder ejercer la violencia y recibirla sin sufrir gran descalabro?
¿En qué consiste la enfermedad de quienes han adquirido (o recibido de la naturaleza) una sensibilidad (“hipersensibilidad”, te dicen) por la que la más mínima expresión violenta les inhibe de toda relación social que la promueva, produzca o ampare?
Gritos, malos modos, gestos agresivos, golpes psicológicos (y a veces, físicos), etc., ¿son la expresión de un individuo sano?
Hace tiempo sabemos que es el violador el culpable de violación, el individuo acosador el culpable del acoso, el maltratador el culpable del maltrato, etc.
Sabemos que sus víctimas generan pautas de conducta que acaso entrañen patologías diversas o sencillamente exhiban en ellas lo que l@s violent@s esconden como esconde la imagen realista el negativo fotográfico.
¡Incluso en ese caso se tuvo la cordura de llamar “negativo” a la imagen distorsionada de la realidad que sólo el revelado puede hacer emerger!
Nosotr@s, l@s enferm@s de depresión acaso seamos el producto químico que revela una violencia insoportable por individuos sanos (pero “enfermos” para la medicina psiquiátrica) pero que se ha hecho habitual entre individuos enfermos (pero “sanos” ante la doctrina comúnmente admitida).
Otro rato seguiré con esta reivindicación de la depresión como estado de salud en el que se refleja como en un espejo la mala salud de los individuos sanos.
Hoy se me ocurre que si la “hipersensibilidad” del enfermo de depresión es el problema a resolver (limitándola al nivel de la mayoría), entonces se trata de una enfermedad que no tiene, hablando con propiedad, cura. Nunca se pensó que cortar una pierna o una mano y, menos aún la cabeza, fuese curarla. (Continuará…)
3 comentarios
maria teresa barraza varela -
Monica -
Luisa -
De todas maneras, cuidate y mímate un poco.