L@S MUERT@S NOS REUNEN. EN MEMORIA DE CHARO PARDOS.
Cuando muere una persona con la que tuvimos amistad se produce un movimiento de reagrupamiento entre amistades de quien falleció, una corriente simpática o empática que anima a amig@s comunes a enviarse mensajes un@s a otr@s a través del tiempo y del espacio. Son mensajes de socorro mutuo, de apoyo en el dolor de la pérdida.
A menudo esos mensajes renuevan vínculos perdidos o soterrados más allá del mero recordatorio de la persona que murió. Para eso se organizan, precisamente, los funerales: despedidas de un cuerpo ya frío entre calurosos abrazos entre l@s supervivientes. Separación y unión. Muerte y vida. Pasado y futuro. Dolor y amor.
Siempre he pensado que l@s muert@s nos unen misteriosa pero muy patentemente, que al morir nos dan vida, que al desaparecer nos hacen mirar con más intensidad hacia otras personas que aún permanecen vivas. La vivencia colectiva del duelo por la muerte de un ser querido tiene un significado emocional importantísimo, sanador, liberador y , en cierto modo, vivificador.
Lo he vuelto a comprobar estos días, a raíz de la muerte de Charo Pardos. Amig@s de ella hemos honrado su memoria recordándonos mutuamente también a nosotr@s, vinculados por una querencia común. Y en esa comunicación entre viv@s un poco más sol@s hemos encontrado compañía y calor. A ella se lo debemos, sin ninguna duda. Ciertamente, Charo murió. Nosotr@s seguimos viv@s y algo nuevo – especialmente nuevo - ha comenzado a germinar en nuestro corazón.
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