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javierdelgado

ADIOSES, 2: DESCEREBRARSE

Descerebrarse

 

Puede sentir perfectamente cómo se va desmenuzando progresivamente la materia de su cerebro, cómo se hacen isletas aisladas en su interior, cómo en cada una de ellas, cada vez menos numerosas, se emiten señales poco a poco más débiles, que van dejando de producir respuestas en las otras isletas, al otro lado de los campos helados que las separan, hasta que van dejando de tener sentido como lenguaje o mecanismo de comunicación. Es un proceso cada vez más rápido, que afecta por entero a su cerebro, que ya no puede representarse a sí mismo como un todo en el que cada parte de sí mismo permanezca unido a la totalidad. Puede sentir perfectamente los chisporroteos de un gran número de últimos destellos de pensamientos antes de apagarse completamente y  desaparecer de su conciencia. Su cerebro, lo que queda de él, lo que haya todavía entre las paredes de su cráneo, está oscuro después de una fase de tinieblas: a la penumbra, en la que resultaba difícil orientarse, le sucedió una casi completa oscuridad, de la que por segundos resulta imposible, más y más imposible, dar cuenta con palabras, por sonidos o gestos. Por lo demás, apenas ya desea ni recuerda qué sea desear recordar desear comunicarse con nadie, ni siquiera consigo mismo, no consigue hacerse ya una idea de qué tarea fuera la de intentar relacionar elementos de acuerdo a un sentido ni darle un sentido a la presencia de unos elementos para los que tiene cada vez menos palabras, si es que son palabras lo que necesitaría para poderlos expresar. Aquí y allá, esos restos van haciéndose más y más pequeños y más distantes unos de otros. Por momentos siente que se apoya en una u otra de esas isletas para mantenerse a salvo del pantano grumoso en el que ya se ha convertido la mayor parte de su cerebro, ese pantano en el que oscuramente perviven los recuerdos de su identidad. Se siente cansado por ese movimiento apresurado en el que se agota sin conseguir un punto permanente de equilibrio, un descanso en el tiempo y el espacio gracias al que pudiera evaluar, eso ha pensado, evaluar su situación. Mientras conserve conceptos como evaluar o situación sabrá que es él mismo quien afronta esa lucha contra el deterioro, podrá decirse a sí mismo, ¿pero aún es cierto que se dice algo?, que puede celebrar seguir vivo, hacerse una idea, por más que fragmentaria e imperfecta, de su realidad. ¿Hace cuánto tiempo que pensó esa frase? ¿Qué quiso decir? ¿Quién? ¿A quién? Ni siquiera podría repetirla entera, ni desea intentarlo, ni recuerda la finalidad. Si hay algo suyo en su cerebro ahora, no sabe que fue suyo, lo mismo le da.

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