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javierdelgado

TRANVÍAS Y ARBOLADO: EN BARCELONA...Y EN ZARAGOZA

TRANVÍAS Y ARBOLADO: EN BARCELONA...Y EN ZARAGOZA
La ilustración es de María Titos en El Periódico de Cataluña
La (re)introducción del tranvía en Zaragoza va a plantear serios problemas a la supervivencia del arbolado de algunas grandes vías de la ciudad. Se trata de un asunto serio, que ya está siendo abordado (más o menos discretamente)por técnicos de diversas disciplinas.
Lo único cierto es que habrá que aceptar una remodelación muy importante del arbolado urbano si se quiere tender la nueva rede de tranvías. ¿Con qué actitud afrontar esos cambios?
Para la reflexión puede servir este artículo del arquitecto Oriol Bohigas sobre las consecuencias del tranvía en Barcelona publicado en el Periódico de Cataluña.

El tranvía por la Diagonal

 El más significativo espacio público del centro de Barcelona debe ser cuidadosamente diseñado

http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=544698&idseccio_PK=1009
ORIOL Bohigas*

No he sido un entusiasta de los nuevos tranvías en Barcelona. Pero tampoco estoy en contra. Simplemente, creo que la solución radical del tráfico urbano es el metro, o sea, el incremento y la mejora de la red subterránea. Pero ahora que ya existen dos líneas de tranvía instaladas, comprendo que el ayuntamiento se plantee la forma de optimizarlas. Un primer paso es la unión de las dos líneas con un nuevo tramo Macià-Glòries. La operación es complicada y muy comprometida porque puede suponer un cambio radical de unas formas urbanas que hasta ahora han sido la identificación de casi dos siglos de historia de Barcelona, a pesar de todos los cambios sociales y estructurales.


Apunto a continuación cuatro observaciones, no referidas al proyecto preciso, que no conozco en detalle, sino a la envergadura global de la operación urbanística.

PRIMERA: el itinerario del nuevo enlace. Supongo que se han realizado estudios serios sobre los itinerarios posibles y seguramente la Diagonal sea una solución menos complicada que las que exigen interferencias demasiado forzadas en el tejido del Eixample. Sin embargo, es la más comprometida puesto que va a cambiar radicalmente uno de los ejes más importantes de la vida ciudadana, en el que se mezclan aspectos funcionales, sociales y simbólicos.

 Es decir, esta solución implica modificar toda la sección transversal de la Diagonal, el eje esencial de la Barcelona moderna.


Segunda: la transformación de la avenida. Habrá pues que imaginar otra Diagonal y, por tanto, a la operación del tranvía se sumarán las discusiones sobre la viabilidad en sí misma. ¿Qué Diagonal queremos? ¿Cómo podemos recuperar la vitalidad sumando nuevos escenarios para el tráfico mecánico y los viandantes? Porque, evidentemente, hay muchos aspectos que ahora no funcionan bien: la poca operatividad de los carriles laterales, la ausencia de viandantes en los paseos centrales, las interferencias torpes con las vías para bicicletas, las aceras insuficientes o distantes que no permiten un gran eje comercial, la excesiva densidad de coches, la disminución de usos residenciales, las contradicciones funcionales por falta de definición de prioridades, etcétera. Son problemas que por sí solos --al margen de la incorporación del tranvía-- exigirán soluciones.

Es conveniente por lo tanto estudiarlos no solo atendiendo a la suma de los diversos --y contradictorios-- intereses de los usuarios particulares, sino a las necesidades de toda la colectividad ciudadana. Quiero decir que todo lo que puedan pedir los directamente afectados --vecinos, comerciantes, asentamientos terciarios, hoteles, instituciones-- debe filtrarse a través de una visión más general con larga perspectiva. Pensemos que con estas modificaciones, marcaremos un nuevo esquema general de la ciudad, por lo menos para todo un siglo.


Tercera: el respeto a los elementos que a lo largo del tiempo han dado una significación a la avenida y que han marcado una relación formal y funcional con el entorno del Eixample. Sería conveniente no perder algunos elementos que han sido permanentes a lo largo del tiempo. Por ejemplo, el rol de entrada significativa --y monumental-- a la ciudad desde poniente, gracias a una sección longitudinal que establece una continuidad urbana fácilmente legible, reforzada por la puntualización de unas cuantas plazas que, al mismo tiempo, resuelven la coordinación con la ortogonalidad del Eixample: Macià, Joan Carles I, Verdaguer y Glòries.


Sería un error que estos escenarios perdiesen sus valores --los que tienen y los que pueden todavía asimilar-- con el nuevo trazado del tranvía. Y también podría ser un error la eliminación de una parte del arbolado existente, problema que veo difícil de resolver si no se dulcifica con una nueva cualidad paisajística de gran envergadura. Los árboles alineados de la Diagonal se plantaron alternando especies de hoja persistente de vida lenta y especies de hoja caduca de vida más rápida, de modo que en todas las etapas de crecimiento la masa arbórea tuviese presencia formal prioritaria.


Ahora que todo ha crecido, es un paisaje de palmeras y plátanos muy característico que quizá habría que defender. Por último, el problema más importante: siempre ha sido conflictiva la relación espacial y circulatoria entre la diagonalidad y la ortogonalidad de las manzanas. No sería bueno que el nuevo trazado afectase a la actual independencia relativa de los dos sistemas, en perjuicio de la calidad contundente y ejemplar del Eixample.

CUARTA: la imposición de una autoría creativa, personalizada y responsable. Hay que tener en cuenta que la Diagonal central es --y será, pase lo que pase-- el mayor y más significativo espacio público del centro de Barcelona. Y, por tanto, debe ser cuidadosamente diseñado no solo desde el punto de vista funcional, sino también como paisaje urbano.
Sería un error que el proyecto fuese solo una simple consecuencia lineal de diversos estudios de funcionamiento y rentabilidad o de la necesidad de empujar las cuentas de explotación de la sociedad concesionaria del tranvía. Pueden ser bases informativas para el proyecto, pero este tiene que ser una obra científica y una obra de arte. Es preciso encontrar a los científicos y a los artistas que lo creen y lo firmen.

 Hace unos años, el Ayuntamiento de Barcelona se acreditó internacionalmente por confiar sus obras de urbanismo a profesionales de reconocida solvencia.


Ahora es el momento de volver a aquello. Hay que encargarlo a un buen equipo de arquitectos, paisajistas, artistas, geógrafos, analistas sociales --con los apoyos especiales de las ingenierías--, de exigir resultados rentables pero indicadores del retorno a una cultura innovadora en el proyecto del espacio urbano. Tenemos que lograr que la nueva Diagonal sea un paso revolucionario en la historia de los espacios públicos, como en su tiempo lo fueron la plaza de Els Països Catalans, el Moll de la Fusta, el Escorxador, la Espanya Industrial, la Creueta del Coll, la avenida Icària, el parque del Clot, la Vía Júlia...

*Arquitecto

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