GRAMSCI EN LA CÁRCEL: SILENCIO Y NECESIDAD DE EXPRESIÓN (I I I )
GRAMSCI EN LA CÁRCEL: SILENCIO Y NECESIDAD DE EXPRESIÓN (I I I )
La escritura de Gramsci durante los once años que estuvo encarcelado resulta admirable tanto por su calidad como por la cantidad ingente de asuntos sobre los que versa. Sus cartas y sus cuadernos son uno de los testimonios más impactantes de dignidad y de inteligencia que ha dado el siglo XX.
Me he fijado en algunos aspectos de las “Cartas de la cárcel” de Gramsci para rastrear elementos de su “necesidad de expresión”: en ellas pueden encontrarse claves importantes de su producción intelectual anterior a su encarcelamiento y, desde luego, la que fabricó en la cárcel.
Se ha argumentado con frecuencia que el carácter “entremezclado” de los escritos de Gramsci en sus “Cuadernos de la cárcel” tuvo mucho que ver con las penosas circunstancias concretas en las que tuvo lugar la vida cotidiana de Gramsci durante aquellos años, incluida la importante circunstancia de su mala salud. Sin embargo, no me parece que esas circunstancias puedan explicar totalmente la opción de Gramsci por un tipo de anotaciones como las que hizo a lo largo de once largos años.
Gramsci pudo plantearse otro tipo de escritura digamos más “tradicional”: la redacción de un libro (más o menos amplio) tras otro. Muchos presos lo hacen mientras viven encarcelados. Gramsci no. Él optó por un tipo de escritura que, por mucho que estuviera pensada “para la eternidad” (ojo con el sarcasmo que se gastaba el sardo, como señala Manuel Sacristán), daba cuenta de procesos intelectuales ligados a sus lecturas cotidianas. Así como eran las noticias o ideas que recibía en su correspondencia las que le espoleaban en la escritura de sus cartas (recuerdos, sentencias, peticiones, discusiones, etc., surgían generalmente de una intervención exterior), eran las lecturas de periódicos, revistas y libros las que inspiraban sus notas (resúmenes, refutaciones, desarrollos, diseño de líneas de investigación, etc.). Es muy importante tener en cuenta esto a la hora de leer o estudiar sus textos.
Sólo con la edición de sus “Cuadernos de la cárcel” por Valentino Guerratana, en 1975, pudo realmente seguirse el rastro de ese día a día en el que se fueron redactando las muy diversas notas que los iban integrando. Hasta entonces la edición “por temas”, sin datación de cada nota (y sobre todo, sin la estructura cronológica del conjunto) no facilitaba en absoluto el estudio de los escritos de Grmasci tal y como habían sido redactados por su autor.
Lo que me importa hoy resaltar es que la “necesidad de expresión” de Gramsci tuvo tanta importancia en su selección de asuntos como en su selección de forma, y que su forma de redactar sus textos revela una intencionalidad concreta que los identifican y en cierta medida los “explican”. Tanto esa sí que esa identidad propia de los “Cuadernos de la cárcel” luchó por sí misma contra cualquier otro tipo de estructura y emergió, ¡más de treinta años después!, en la edición de Guerratana. Puede decirse que la edición cronológica de 1975 representa no sólo el triunfo de la escritura de Gramsci sino también el triunfo de la sensibilidad de sus lectores. Por fin los textos tenían una difusión acorde con su genuina redacción.
En cuanto a la forma de los escritos de Gramsci es importante resaltar su característica principal de textos "de búsqueda", expresión de una inquietud intelectual que no se detiene en las consabidas frases hechas ni en la jerga de la tribu: Gramsci se plantea con total lucidez que su tarea no es la de sermonear ni la de lanzar consignas ni la de "reafirmar" ideas mediante su divulgación, sino la de proponer nuevos enfoques a los asuntos sobre los que reflexiona, señalar vías de desarrollo de tal o cual asunto, penetrar valientemente y sin apoyos en la "tradición" (comunista, marxista) en el mundo de las ideas y lanzar al aire ("a la eternidad", ¡hasta qué punto ,a pesar de su sarcasmo!) una forma de pensar y de expresarse.
Se trata, por tanto, también, del triunfo de una “necesidad de expresión” por abrirse camino tanto en su redacción cotidiena como en su difusión póstuma. Tratándose de los escritos de un máximo dirigente comunista en los años treinta, representa el triunfo del respeto a la expresión de la “necesidad de expresión” del individuo por encima de los intereses inmediatistas de su partido y, en general, del conjunto del movimiento comunista. Pero el principal triunfo vino de la mano de su autor, un Gramsci encarcelado que opta por una forma de expresión hasta entonces nunca realizada por ningún otro dirigente político ni por niguna figura intelectual europea.
Y es ese triunfo personal de Gramsci el primer triunfo que debemos celebrar.
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