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javierdelgado

¿DÓNDE ESTÁ NUESTRO JOSÉ? ALGUNAS PREGUNTAS ANTE LA CRISIS ECONÓMICA

¿DÓNDE ESTÁ NUESTRO JOSÉ? ALGUNAS PREGUNTAS ANTE LA CRISIS ECONÓMICA

¿DÓNDE ESTÁ NUESTRO JOSÉ?

 

Artículo publicado en Heraldo de Aragón el martes 21 de octubre de 2008.

 

En la Biblia se narran miles de historias que han dado lugar a muchos comentarios a lo largo de los siglos. Una de ellas trata de José (de su padre, Jacob, y de sus hermanos). La parte que aquí nos interesa es la que se narra en Génesis 41- 47: el sueño del Faraón (las vacas gordas y las vacas flacas, etc.), la interpretación de sus sueños por parte de José, su nombramiento como “virrey” y su famosa intervención en la economía egipcia, toda una lección de economía política perfectamente comprensible incluso por los no iniciados, pero sobre todo por los iniciados.

 

Puede asegurarse que millones de páginas se han escrito al respecto. ¿Pero se han leído? ¿Y se han leído esas tres páginas del Génesis que dan cabalmente cuenta del asunto económico de los ciclos de abundancia y de hambre y de la necesaria previsión? Puede asegurarse que sí. Pero está claro que no basta con leer (ni, desde luego, con escuchar lo que otros o leen). Lo que merece la pena resaltar es que innumerables poderosos del mundo siguen asegurando que tienen la Biblia como lectura de cabecera. (Lo que no dicen es que también la tienen a sus pies).

 

Obviamente, los tratados contemporáneos de economía política (y a estos efectos son nuestros contemporáneos Adam Smith y Carlos Marx) permiten que nos hagamos una idea más concreta del asunto. Pero el fogonazo de la inspiración que dio forma a esas antiquísimas páginas nos permite también darnos cuenta del meollo de preguntas que surgen en medio de toda crisis económica: ¿dónde estaba el faraón?, ¿y sus ministros?, ¿dónde estaba José? Porque allí, en el espacio-tiempo del Egipto bíblico, y todavía en medio de una situación más bien boyante, el faraón se preocupó por el futuro de su país y aprovechando el tiempo de las vacas gordas puso a José a organizar la economía de tal forma que al llegar las vacas flacas todos tuvieran qué comer.

 

¿Es creíble que hoy día, miles de años después, los gobernantes (ya) no se agiten ante las inquietudes del futuro ni busquen quienes sepan interpretar el sentido de los problemas previsibles o que (ya) no hay quienes sepan hacerlo? El José de hoy sigue metido en la cárcel, entretenido en interpretar sueños de coperos y panaderos, sin noticias de las preocupaciones del  faraón. Y éste ha vivido muy alegremente con sus ministros durante los buenos años sin ver más allá de sus muy egipcias narices.

 

El faraón no era un demócrata y José tampoco fue precisamente un revolucionario, pero ambos fueron decididos reformistas y en comparación con los gobiernos, los partidos políticos y las organizaciones sociales de ahora siguen mereciendo un monumento a la previsión.

 

Lo más preocupante, con todo, es que, visto lo visto en lo que va de crisis, la gente de la calle seguimos sin poder acudir a ese José a preguntarle por el sentido de  nuestras pesadillas, lo cual nos plantea otras preguntas: ¿dónde está nuestro José? ¿Es que sólo puede aconsejar a los  faraones?

 

 

 

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