MURCIA: PODAN MORERAS Y "NOS ROBAN EL OTOÑO".
Uno de los atractivos del otoño es el cambio que se produce en el paisaje: los verdes van dejando paso a los ocres, amarillos, rojos, marrones, en un espectáculo efímero que depende del frío, la lluvia o las ráfagas de viento que pueden desnudar los árboles en unas horas; uno de los pocos placeres gratuitos que nos brinda la vida.
En las ciudades, en las nuestras sobre todo, ese espectáculo apenas es perceptible.
En Murcia, nuestros parques y calles se han ido poblando en los últimos años, con criterio muy acertado, de moreras, árbol autóctono por excelencia, que pertenece a la cultura de la industria de la seda, también autóctona.
Tienen las moreras la virtud de poblarse rápidamente de hojas cuando comienza el calor proporcionando sombras generosas, pero además, en otoño torna su color al amarillo luminoso dando un aspecto inusitado a nuestras calles y jardines.
Para un pintor, como es el caso, es un estímulo visual digno de ser atrapado con las redes de la acuarela.
El problema es que la eficacia de la Concejalía de Parques y Jardines va tan allá en su celo por efectuar las podas de las moreras, que a finales de septiembre ya está con la faena. Criterios de organización del trabajo, ahorro de horas quitando hojas del suelo, etc. , criterios economicistas, sin duda.
La cuestión es que nos hurtan el maravilloso espectáculo que la naturaleza y nuestras queridas moreras nos brindan, dejándolas con los muñones al aire, desnudas de sus hojas aún verdes, mutiladas impunemente, y la ciudad queda un poco más melancólica y triste. Nos roban lo mejor del otoño urbano.
No pediría a la concejalía que deje en el suelo las hojas muertas para poder sentir el fru-fru, el placer de pisarlas, como quería el escritor Ernesto Sábato para su jardín, pero al menos que dejen que el otoño nos haga su regalo colorista colgado de las ramas, y que nosotros lo disfrutemos por unos días.
Zacarías Cerezo Ortín
En las ciudades, en las nuestras sobre todo, ese espectáculo apenas es perceptible.
En Murcia, nuestros parques y calles se han ido poblando en los últimos años, con criterio muy acertado, de moreras, árbol autóctono por excelencia, que pertenece a la cultura de la industria de la seda, también autóctona.
Tienen las moreras la virtud de poblarse rápidamente de hojas cuando comienza el calor proporcionando sombras generosas, pero además, en otoño torna su color al amarillo luminoso dando un aspecto inusitado a nuestras calles y jardines.
Para un pintor, como es el caso, es un estímulo visual digno de ser atrapado con las redes de la acuarela.
El problema es que la eficacia de la Concejalía de Parques y Jardines va tan allá en su celo por efectuar las podas de las moreras, que a finales de septiembre ya está con la faena. Criterios de organización del trabajo, ahorro de horas quitando hojas del suelo, etc. , criterios economicistas, sin duda.
La cuestión es que nos hurtan el maravilloso espectáculo que la naturaleza y nuestras queridas moreras nos brindan, dejándolas con los muñones al aire, desnudas de sus hojas aún verdes, mutiladas impunemente, y la ciudad queda un poco más melancólica y triste. Nos roban lo mejor del otoño urbano.
No pediría a la concejalía que deje en el suelo las hojas muertas para poder sentir el fru-fru, el placer de pisarlas, como quería el escritor Ernesto Sábato para su jardín, pero al menos que dejen que el otoño nos haga su regalo colorista colgado de las ramas, y que nosotros lo disfrutemos por unos días.
Zacarías Cerezo Ortín
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