TIEMPOS DE CONFUSIÓN
TIEMPOS DE CONFUSIÓN
Artículo publicado en Heraldo de Aragón el viernes 17 de agosto de 2012
Que vivimos tiempos de confusión es seguramente la única proposición que aceptaríamos unánimemente como cierta, tanta es la que nos acompaña desde el alba hasta el ocaso. A partir de ahí, los caminos, nuestros caminos mentales, elementales, sentimentales, intelectualmente sementales, políticamente fundamentales, etc., se bifurcan, trifurcan y multifurcan (encima, siempre con la horca – por más que horca etimológica y agraria - como instrumento de repartir destinos). Y en estos tiempos de confusión aún hay quien repite (o recita ritualmente un mantra) aquello de “no hacer mudanza”; y eso que aquel fundador de lo jesuita (que no de la frase) hablase de tiempos de “desolación”, lo cual no es (siempre) lo mismo. ¡No hacer mudanza!
Quizás tenga más sentido reconocer, en estos tiempos, sencillamente, la propia confusión y, sobre todo, reconocerse parte de la confusión: ver el río metidos en su corriente, no desde la orilla (que no es el río), tragando espuma y, sobre todo, arremolinándonos en todos y cada uno de sus remolinos. Quiero decir, que sumergidos por la fuerza de la corriente, pelelizados ya como preahogados o parados o, en general, desestatalmente desestabilizados, nos unamos fraternalmente a quienes viajan en esta rueda cuadrada de la fortuna de la vida que compartimos casi todos. Podemos no saber qué pensar o decir; pero el error, el gran error, sería no unirnos inmediatamente, no actuar unidos con aquellos que viven nuestro mismo infortunio pero con aún menos suerte. Aquí mismo: gitanos insufribles, temibles inmigrantes, repugnantes ancianos, niños malcriadamente malnutridos, mujeres culposamente maltratadas, jóvenes demasiadamente insumismados…Se trata de avivar más la solidaridad. ¡Ya está!
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