BREVE DISCURSO SOBRE EL AIRE, LA VIDA, LOS ABANICOS Y EL SUICIDIO.
Es el aire el que nos da la vida (también nos la da el agua, pero está ya en nosotros). Aspiramos el aire y recibimos el don más humano, el don de distinguir y seleccionar. Respiramos y nos humanizamos. Se nos corta la respiración cuando no hay selección posible ante nosotros: ese parón en la maquinaria repiratoria se asemeja a la muerte, que no selecciona ni distingue. Las leyes de la muerte se parecen a las leyes de la vida pero es sólo un parecido aparente, superficial. Podemos “hacer el muerto”, por ejemplo sobre el agua. Pero un muerto no puede hacer el vivo ni siquiera sobre la consistente superficie de la tierra. En el aire está la diferencia. ¡Déjame tomar aire! ¡Necesito aire! ¡Aire!¡Aire, son expresiones de angustia vital. El abanico no es sólo un instrumento para mover el aire cerca del rostro, ante las narices. El abanico es una pistola al revés, que dispara el aire que nos da la vida. Cuando la ignorancia lo convierte en ametralladora el resultado puede ser nefasto: el aire que necesitamos tiene su punto de humedad, de calor, de velocidad; trastocar esas constantes es peligroso, acaso suicida. Acabar la vida con un abanico entre las manos es exponerse a la mantilla, el rosario de tu madre y una lividez corporal marca de la beatería. Un suicida de abanico nunca debería dejarlo ver. Tiene dos soluciones: comérselo mientras expira o metérselo en el culo mientras inspira. Allá cada cual. El caso es no dar que hablar.
6 comentarios
GUILLERMO FUENTES AGUILAR -
jhacmer -
klaydeth -
el Bob -
Jhasson -
gabii -