DEL JARDÍN BOTÁNICO AL JARDÍN BOTÁNICO PASANDO POR EL JARDÍN BOTÁNICO...Y ALGUNA COSA MÁS: VARGAS LLOSA, CÉLINE, JOAQUÍN ARANDA, LA HISTORIA CULTURAL LOCAL...
A pesar de sus fallos y deficiencias, el Jardín Botánico del Parque Grande me parece siempre una hermosura. Míren que colores, qué texturas, qué punto de fuga rojizo hace el ciruelo - entre los enebros y el ciprés azul del primer plano- avanzando su luz al verdor compacto de los pinos del fondo, por donde se va el sol, aún potente, los anocheceres de verano. En invierno esta vista cobra otros matices al contraluz de un sol muchísimo más débil, tenue, casi como pintado...
Entre cortes de línea y mi trabajo, no he tenido tiempo desde el domingo más que de jugar dos partidas de ajedrez ¡de dos minutos cada una! (que perdí ante un inglés de elo 1250; el mío debe de estar, en esa modalidad, por los 850...) y de leer cuatro líneas cada noche de "Memorias de la niña mala" (¿o no se titula exactamente así?) de Vargas Llosa. No está mal, incluso hay páginas muy buenas. Pero espero a terminarla para, sobre todo, lanzarme sobre "Normance. Fantasía para otra ocasión, II" de Luis-Ferdinand Céline, en el que al parecer recrea todo un bombardeo que asoló París una noche de abril de 1944, bombardeo del que fue textigo el escritor francés del siglo XX que más me interesa (y miren que hay buenos...). Me fascina la literatura de Céline, su capacidad para reflejar una realidad amplísima y al mismo tiempo insertar la constante fisura de la opinión del narrador. Como en francés no hay forma de comprenderlo (al menos con mi francés), leo a Céline en las traducciones que sacó la editorial Lumen. Ahora no recuerdo la casa editorial que saca sus títulos (las mismas traducciones de Lumen) en formato bolsillo y a un precio estupendo. Lo curioso es que en la librería del Corte Inglés, siempre tan original, ¡hay que buscar sus novelas en la sección de "Biografías"! ¡Si fuera por eso, todas las novelas podrían ponerse en esos estantes! Después de ver a Max Aub entre los autores "extranjeros", esto de las novelas de Céline en la sección de "Biografías" es la segunda curiosidad que detecto en esa librería.
Pero no les engaño si les digo que estos días voy del Jardín Botánico al Jardín Botánico pasando por el Jardín Botánico. Voy en persona ¡y qué calor paso!, voy en el plano, voy por teléfono para que mi amigo el sabio Mariano Cester (uno de los tres coautores del la Guía) me confirme tal o cual planta... Mariano es capaz, con su santa paciencia, de bajar al Jardín, dejarse guiar por mí por teléfono y decirme exactamente la especie que está plantada donde le digo que hay una planta que no acabo de clasificar... Los dos (y Luis Moreno, el tercer coautor) nos sabemos el Jardín Botánico como la palma de la mano, de tanto recorrerlo al natural y en papel, en foto y hasta en cinta de magnetofón: Mariano me dió unas explicaciones hace años sobre aquellas plantas que conservo como oro en paño: son todo un manual de botánica taxonómica explicada en detalle y con fórmulas mnemotécnicas estupendas. Luis Moreno, por entonces, me explicaba cómo funcionan por dentro las plantas y me hacía leer (en inglés, porque no hay traducciones) a su gran maestro Shigo, padre de la fisiología vegetal contemporánea. Con ellos dos he aprendido toda o casi toda la botánica que sé. Y si hubiese sido un alumno más aplicado sería ya un medio sabio. Por ellos no ha quedado nada por explicar.
Apenas me dió tiempo para escribir el texto que publicó el Heraldo el lunes sobre la "aportación cultural personal" del recientemente fallecido Joaquín Aranda. Lo de "personal" se transformó en "gran" y así salió titulado mi breve artículo en el que pretendía solamente enmarcar la aportación de Joaquín Aranda como crítico de libros, teatro y cine (y alguna vez también de música). Lo que más me importa resaltar es que la Zaragoza "oficial" lectora y espectadora (y lectora del Heraldo) de los últimos treinta años ha tenido como referente a Joaquín Aranda y que eso - su influencia en la formación del gusto - podría estudiarse en detalle. Salvo que prefiramos no estudiar nunca qué hay en el río de la vida cultural de Zaragoza unos metros o kilómetros corriente arriba, en el pasado. Me temo que so es lo que se prefiere generalizadamente: plantea menos problemas comenzar siempre de cero, vivir al día, ser actor@s del hoy mismo y no meterese en historias. Sucede en esto, en la historia cultural de una ciudad, como en las familias: la mayoría de sus miembros prefieren "no hurgar en el pasado familiar" para no complicarse la vida. Pues bueno.
Me meto de nuevo en el Jardín. Tengo que añadir unos breves textos sobre unas pocas plantas recientemente incorporadas...Tengo mucho interés en que esta Guía sea realmente práctica y útil. Y como no tengo muchas fuerzas, como ya les he ido contando, he de ponerme a la tarea cada poco para conseguir un resultado homogéneo en el que no se perciban rastros de mi cansancio.
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