INTERNET, BLOGS, LIBERTAD DE EXPRESIÓN, ANONIMATO... ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LOS MECANISMOS USUALES DE COMUNICACIÓN EN LA RED
Esta ilustración alquímica está puesta aquí con toda intención...
INTERNET, BLOGS, LIBERTAD DE EXPRESIÓN, ANONIMATO…
Una reciente polémica en la Red me ha hecho reflexionar sobre algunos conceptos que más o menos inconscientemente, más o menos explícitamente, han desplazado sus contenidos en cuanto se han ido aproximando a la realidad de Internet.
Parece que much@s de quienes utilizan Internet viven una experiencia “extra”, es decir, fuera de la común experiencia vital; como si entraran en un mundo distinto regido por leyes (¿naturales, de Derecho…?) distintas a las que rigen en general en las relaciones humanas.
1.- Libertad de expresión.
Uno de los conceptos fundamentales es el de libertad de expresión. Su conquista legal en España exigió una lucha en condiciones muy penosas durante la dictadura de Franco. Una vez defendida legalmente, ya en democracia, su ejercicio y su defensa sigue siendo una necesidad vital. El poder, en todas sus variantes, prefiere que no la ejerzamos y dificulta el ejercicio de la libertad de expresión. Esta preferencia y el uso de instrumentos de coerción es consustancial con cualquier tipo de poder (el ejercido en el ámbito familiar, en el ámbito laboral, en el ámbito político, etc.) y nunca es una conquista totalmente segura. En democracia también hay avances y retrocesos en el campo de la libertad de expresión, también hay ataques contra ella y también hay víctimas en la lucha por su defensa.
Pero hay much@s internautas que confunden libertad de expresión con impunidad. La impunidad no sólo no es una característica de la libertad de expresión sino que la corrompe, por así decirlo “desde dentro”: quien se expresa como si fuera totalmente impune exprese lo que exprese atenta contra la libertad de expresión desde el propio punto de vista de la libertad de expresión, que requiere un sujeto concreto que la sustente. La parodia de libertad de expresión que representa el internauta anónimo, por ejemplo, atenta contra la libertad de expresión pues evita e impide (esto sólo hasta cierto punto) la defensa de quienes pudieran ser objeto de sus anónimas palabras: al no haber un sujeto concreto tras ellas, su impunidad conlleva la indefensión de quien o quienes se vean afectad@s negativamente por esas anónimas palabras.
(Evidentemente, no estamos hablando de pseudónimos que remiten a un sujeto concreto, sino de la falsa o insuficiente “firma” de un texto, de forma que oculta conscientemente la identidad de su autor).
Esa falsa o insuficiente firma del texto es práctica habitual en Internet, medio de comunicación que ha elevado a norma la práctica del anonimato. Los sujetos comunicantes desaparecen como tales para quedar tan sólo textos en las pantallas. Los únicos testigos de la comunicación establecida son, así, los textos y la comunicación se establece no entre sujetos concretos sino entre textos emitidos en un mismo medio de comunicación.
Lo que encontramos generalmente en la Red son textos, enunciados, que se representan a sí mismos como enunciados que remiten a una “verdad”, al menos a la verdad conceptual con la que están fabricados. El texto, y no el sujeto, es el elemento clave de la comunicación en Internet. La “autonomía del texto” de la que hablaron lingüistas y filósofos parece cobrar vida en las comunicaciones cotidianas que circulan en Internet.
Pero no es cierta la tal “autonomía”, no estamos ante una “obra que se representa a sí misma”, etc., sino ante una parodia, un acto carnavalesco en el que sujetos concretos se enmascaran tras falsas o incompletas firmas para dar rienda suelta a la expresión de lo que tal vez nunca se permitirían comunicar con su firma.Es algo muy diferente a la “libertad de expresión” lo que encontramos en esos textos, pues no se reivindica la concreta responsabilidad personal respecto a lo expresado (base del ejercicio de un derecho), sino que se emite una expresión-sin-autor(a). La subjetividad de la opinión (de la que se deriva también la “autoridad” de un texto) ha dado paso a la igualación entre emisiones: todas ellas disfrutarían de la misma calidad, de la misma autoridad, de la misma fuerza de convicción.
Quienes así proceden desconocen o hacen como si desconocen la importancia de las circunstancias concretas en la que se manifiesta un texto, entre ellas especialmente las que remiten a su autoría.
El tiempo, el lugar, el sujeto o sujetos receptores, todo lo que instituye una intención en la expresión desaparece. ¿Pero se trata de textos sin intención? ¿Existe un solo texto sin intención?
En Internet, acaso más que en cualquier otro medio de comunicación actual, lo que predomina son, precisamente, las intenciones. Desaparecidos u ocultos los sujetos de la comunicación, son las intenciones que tienen o pueden tener a los ojos de quien ve las imágenes o lee los textos expuestos en la pantalla lo único que orienta sobre el sentido de esos textos, imágenes, en general mensajes.
Acaso estamos ante el verdadero sujeto de la comunicación en Internet: la intención con la que se construyó un texto concreto, se emitió en un momento concreto en un “sitio” concreto de la Red. Sin esa intención (que habrá que deducir o imaginar), el texto no alcanza su entidad comunicativa, no es expresión de nada, no propone nada ni cuestiona nada ni certifica nada.
La intención y el anonimato, unidos, son los dos elementos claves de la experiencia en Internet.
(Continunará…)
3 comentarios
beatriz -
sonia -
sonia
la direccion es internetmemorialwall.com
Fernando -