EMILIO LACAMBRA, UN RESISTENTE DE SIEMPRE QUE SIEMPRE RESISTE
Todo lo que cuenta hoy Emilio Lacambra en Heraldo sobre el edificio en el que tiene su conocido restaurante Casa Emilio es tremendo: incendios intencionados, tuberías serradas que desaguan inundaciones, dejadez total en la deffensa de los pisos deshabitados ante las inclemencias del tiempo... Parece una novela negra pero es una realidad negra. ¡Las cosas que hacen las inmobiliarias!
Así lo cuenta Heraldo:
El deterioro del edificio del antiguo Café Madrid, situado en la confluencia del paseo de María Agustín y la avenida de Madrid, sigue agravándose pese a las órdenes de consolidación del Ayuntamiento de Zaragoza. La limpieza y las reparaciones llevadas a cabo recientemente por la promotora que tiene la propiedad de la mayoría del inmueble, catalogado por su interés arquitectónico, no han servido para paliar su constante degradación. El interior, lleno de escombros y basura, continúa expuesto a las inclemencias climatológicas por los desperfectos en la cubierta y en los balcones.
El edificio, construido en 1889, está formado por el portal 81 del paseo de María Agustín y los números 1, 3 y 5 de la avenida de Madrid. En el inmueble se ubicó durante más de un siglo el Café Madrid, emblemático local hostelero zaragozano que cerró en 1997. Desde 1939, la oferta de la zona se completó con el restaurante Casa Emilio.
Con el paso del tiempo, los residentes fueron abandonando el inmueble, pasó por manos de varias promotoras y sus deficiencias aumentaron. Actualmente, según explicó uno de los propietarios, Emilio Lacambra, dueño de Casa Emilio, la mayor parte del edificio está en manos de la compañía promotora Grupo Artal. Sin embargo, algunos particulares, como es su caso, conservan varias fincas.
Orden de ejecución
Al estar prácticamente deshabitado desde hace décadas, el deterioro se ha acelerado. La presencia de "okupas" durante una época, un gran incendio o tres inundaciones han agravado la situación. Finalmente, la Gerencia de Urbanismo dictó una orden de ejecución el pasado verano para que los propietarios mejoraran la seguridad del edificio, llevaran a cabo un acondicionamiento general y pintaran las fachadas.
Finalmente, la empresa promotora decidió actuar. Tras las fiestas del Pilar, se colocaron unos andamios y empezaron las reformas. Urbanismo informó ayer de que a lo largo del mes de noviembre, la empresa promotora "acometió las medidas de seguridad y consolidación del interior". Urbanismo añadió que a primeros de diciembre "concluyó el pintado de fachadas".
Además, fuentes de Urbanismo indicaron que "los propietarios ya han encargado el proyecto definitivo para el edificio de viviendas que pueden construir, siempre conservando la fachada", al ser un edificio catalogado. En la página web del Grupo Artal hay una recreación virtual del futuro edificio que poco tiene que ver con el actual. No obstante, ningún responsable de esta empresa quiso atender ayer a este diario para explicar su propuesta arquitectónica o para informar sobre las labores de rehabilitación del edificio.
En la actualidad, se han retirado los antiestéticos carteles publicitarios que había en lel exterior y se han pintado los números 81 del paseo de María Agustín y el número 1 y 3 de la avenida de Madrid (aún no se ha limpiado la fachada del portal 5). Para cerrar los vanos del inmueble, se han colocado unos paneles detrás de los puntales que sostienen la estructura de la casa.
Escombro y destrozos
Pero pese a la operación cosmética, dentro del inmueble aún se aprecian evidencias de su degradación, que no se ha detenido con las mejoras. En la última planta del edificio, la cubierta está llena de agujeros, por lo que la lluvia puede entrar en las viviendas. No en vano, el suelo está en muy malas condiciones.
Basura, escombros, muebles viejos, restos de incendios o excrementos de palomas se acumulan por buena parte del bloque, donde algunas casas ni siquiera están cerradas. Los balcones que dan al interior de la manzana están desvencijados y abiertos, por lo que las viviendas permanecen expuestos al agua y el frío.
Emilio Lacambra dice que él no se quiere ir, y su actitud me parece tan admirable como en general siempre me ha parecido la actitud de Emilio Lacambra ante la vida. No entiendo nada de lo que quiere decir legalmente lo que está pasando en ese edificio (¿pueden "suceder" tantas cosas sin que se busque un responsable y se castigue?), pero la actitud de Emilio sí la entiendo. Y además la apoyo. Y creo que deberíamos apoyarla de alguna manera cuant@s hemos distrutado alguna vez o repetidamente de su Casa Emilio.
Por cierto, la actitud de Emilio Lacambra es similar a la de otro resistente, José María Bañeres, que junto a su compañera Pilar Galbe y su hijo Javier se resisten a abandonar su casa en el camino de Movera, com también informó Heraldo el pasado otoño. Bañeres y familia no quieren irse de la que ha sido su casa durante más de veinte años, por más que las inmobiliarias les tengan "rodeados".
¿En un signo de los tiempos esta necesidad de resistir frente a las inmobiliarias porque uno no quiere abandonar su casa? ¿Es un signo de los tiempos que la voracidad de las inmobiliarias provoque el acoso de quienes se resisten a entregar sus viviendas al dios del mercado?
Emilio Lacambra, José María Bañeres y familia, ¿son sólo unos pocos nombres de una larga lista que no conocemos?
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jaime -