THOMAS MANN, EL FBI, LAS DOS ALEMANIAS Y LA EUROPA DEL SIGLO XX
THOMAS MANN, EL FBI, LAS DOS ALEMANIAS…
En los últimos capítulos (XVI al XX, pp. 479-657) de su excelente biografía de Thomas Mann (“Thomas mann. La vida como obra de arte”, Galaxia Gutenberg, 2003), Kurzke trata (aparte de otros muchos muy interesantes asuntos como la firma en 1945 de documentos políticos contra la posibilidad de una guerra atómica junto con Albert Einstein) las actividades vigilantes del FBI tras un Thomas Mann acusado de “antifascismo prematuro” (curiosa expresión, ¿verdad?), que avivarían su deseo de salir de unos EEUU en los que no le parecía descartable, a la altura de 1952 “una evolución constante hacia la dictadura fascista”.
Trata también de sus grandes dificultades de comunicación con una Alemania Federal (en la que algunos de sus homenajeadores se retiran por la noche muy contentos a cantar himnos de las SA…) y sus no fáciles contactos con una República Democrática Alemana que tira de él hasta hacerlo aparecer como “prosoviético” (lo que él mismo había alentado ya en 1943 manifestando “cosas espantosamente izquierdosas”, como recoge en sus diarios).
Que en los funerales de Thomas Mann (Kilchberg, Suiza, agosto de 1955) las coronas de la República Democrática Alemana no cupieran "por la reducida puerta de la antiquísima capilla del cementerio" y que allí acudiera el ministro de Cultura de la República Democrática Alemana “con un gran séquito”, mientras que de la República Federal Alemana sólo enviase a su embajador en Berna es un buen motivo para la reflexión.
No tanto porque ello indique algo más que una mayor “sabiduría diplomática” y propagandística por parte de un gobierno “triunfante” directamente “asesorado” por Moscú que por parte de un gobierno “abrumado”, aun directamente “bajo el ala” de los EEUU, como el cúmulo de contradicciones políticas y culturales que revela.
Thomas Mann, incluso a su muerte consiguió servir de elemento catalizador a cuyo contacto las substancias más íntimas de la cultura europea reaccionaron permitiendo así aparecer a la vista de todo el mundo, una vez más, la complicadísima fórmula que le daba (¿le da todavía?) identidad.
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