EXPERESAR(SE): LO QUE ENSEÑA LA DEPRESIÓN
EXPERESAR(SE): LO QUE ENSEÑA LA DEPRESIÓN
El artículo de ayer dejaba las cosas más o menos como las he visto siempre: desde el punto de vista de una “función social” de la expresión. Sigo encontrando el sujeto, el verbo y el predicado en esas frases en las que, sin embargo, no he dicho todo lo que pienso al respecto. Porque pienso lo que he escrito. Pero no sólo eso.
La depresión ha sido y sigue siendo, para mí, “maestra de vida” y estoy aprendiendo mucho gracias a ella. Por ejemplo, sobre la expresión: su origen y su sentido. Pero aún no he aprendido, precisamente, a expresar lo que creo saber ahora.
Cuando el año pasado escribí en este blog los poemas que iban componiendo el libro “Amoramorte” me parecía estar utilizando las palabras como haría un cirujano con los instrumentos quirúrgicos si se realizase a sí mismo una operación “a corazón abierto”. Eso hizo que posteriormente me sintiera obligado (ante mi conciencia) a plantearme unas cuantas preguntas, a las que intento ir encontrando respuesta(s).
Ya no estoy tan seguro de algunas “necesidades” u “obligaciones” por lo que respecta a la expresión (pretenda ésta ser artística o no), ya no me siento “en puerto seguro” dentro de la tradición de pensamiento en la que me he formado y en la que he intentado establecer una voz propia. Mejor dicho, ya no puedo ni quiero mantenerme “a resguardo” en ese puerto.
La depresión ha tenido, entre otros, el efecto de “soltrar (o romper) amarras” y lanzar mi barco a mar abierto. Ahora he de sobrevivir alejado del puerto, de ese puerto, de todos los puertos. La depresión ha accionado un íntimo mecanismo aterrorizador pero también liberador.
Creo que continuará…
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