Y DE PRONTO, EL APAGÓN. LA DEPRESIÓN ES ASÍ.
Y DE PRONTO, EL APAGÓN. LA DEPRESIÓN ES ASÍ.
Ya tardaba. Y lo contento que estaba yo. Pero ha llegado. De repente. ¿Sin avisar? Avisos que no atiendes, porque no parecen realmente tan avisos. De pronto, una tarde de viernes te das cuenta de que se te ha producido el apagón. En esa oscuridad ves perfectamente todo el sinsentido. Te asusta. Pero es un susto seco, sin temblor. Un dolor como el que producían aquellas fuertes pedradas en la cabeza, seguidas de una inmediata pérdida de consciencia.
Ahora no es precisamente una pérdida de conciencia lo que sigue al golpe, sino una existencia consciente como dicen que tienen muchos insectos cuando son picados por ciertos congéneres que les inoculan un veneno que les mantiene vivos pero incapaces de la más mínima reacción. Así los mantienen frescos para ir comiéndoselos tan ricamente. Lo mismo hace con uno el golpe instantáneo del apagón. Y si dura, la depresión comenzará a comerte las entrañas y no parará.
Estoy anímicamente agotado. No sé ni cómo ha durado tanto esta primera “luna de miel” conmigo mismo de casi medio año. Imagino que, tan contento, me he confiado y me he puesto a demasiadas cosas o demasiado intensamente a las que me he puesto. Conclusión: ahora no tengo ánimos para nada. Me he obligado a escribir en el blog durante los últimos tres días porque me daba miedo desaparecer totalmente y no saber cuándo ni cómo me encontraría después.
Sólo de pensar en cada pequeña tarea en la que ando metido me dan sudores y sofocos, la cabeza se me vacía como si todo lo que hubiera dentro cayera instantáneamente por un sumidero voraz. Estas cosas me dan miedo. Por eso lo escribo aquí, para ver si escribiéndolo me parece menos de temer y, en cualquier caso, para que ustedes comprendan mi silencio si llego a callarme totalmente durante no sé cuántos días.
Aguántenme la confesión. Aguántenme callado. Aguéntenme si sigo escribiendo. Necesito saber que ustedes me aguantan, no le dan importancia, lo dejan estar sin ponerse nerviosos también. Su tranquilidad será la mía, su comprensión mi salud. Perdonen estas confesiones. Comprendan mi necesidad. (¡No les quiero explicar todo lo que me aterra este golpe repentino!¡No puedo ponerlo en palabras ahora, ni siquiera para mí! ¡Si no lo nombro, quizás el bicho no se agrande y no pueda más!)
Si mañana mismo me leen metiéndome en las cosas como suelo meterme, no se extrañen tampoco. Esto es así: mientras tienes el más mínimo indicio de capacidad, actúas, hablas, escribes. Ojalá que el veneno no llegue esta vez a paralizarme por completo. Realmente, ante esta nueva amenaza no sé qué hacer. Tomaré un orfidal (más), llamaré a mi psiquiatra, descansaré, esperaré…
Perdonen otra vez.
4 comentarios
Isidro Pradal -
carmen aliaga -
todo se desajusta, tu imagen en el espejo, tus latidos, la temperatura del cuerpo, la del corazón, los ojos que no ven o ven demasiado...
te entiendo pero, como dice Mariano, aquí estamos y en el fondo, a todos nos pica alguna vez el maldito bicho...
no te conozco, pero te envío todo el ánimo del mundo
lau -
Oda al apagón de Mario Benedetti
Ahora sí que es de noche
y tenebrosa
te acordás cuando el bando reclamaba
una sola confianza por ambiente
y de pocas bujías
el apagón es grande
y extendido
ahora sí que es de noche
y de noche todas las leyes son pardas
la libertad está como boca de lobo
la justicia no se ve ni las manos
el apagón es grande
y extendido
prestame tu luciérnaga de pueblo
su latido sin sombra
su foco inagotable
mirá si estamos todos
como perros guardianes
y después apagala
apagala y después
pensemos o rumiemos o
soñemos con los ojos bien abiertos
hasta que llegue
inexorable
el día.
Mariano -