LA FERIA DEL LIBRO SE ACABÓ. ¿QUÉ DIRÁN L@S LIBRER@S?
La Feria del Libro es también un lío de gente sonriente, niñas cocacoladictas, escritores crípticos, fumadores obsesivos, señores que se cuelan, señoras que tapan todo, niños pringosos.Todo cabe en la Feria menos la apatía, la cerrazón, la ceguera mental. La Feria es también escuela de ciudadanía, escuela de vida.
Han sido días de mucho trabajo para l@s librer@s de Zaragoza. Gracias a ell@s la ciudadanía ha podido ver ante sus ojos todas las novedades del mercado librero español y además hablar de tú a tú con escritor@s de todos los tipos, estilos, biografías y talantes. La nueva ubicación de las casetas se confirma como una ubicación muy agradable, mejor aún que la anterior en la Gran Vía. El tiempo ha acompañado esta vez y quien no haya ido a la Feria del Libro habrá tenido sus razones o dificultades personales pero no impedimentos generales como hubo en otras ediciones más diluviosas. Realmente, tanto el Día del Libro como la Feria del Libro Viejo y de Ocasión como esta Feria del Libro han tenido buen tiempo y buen acomodo y eso uno imagina que se tiene que notar, por ejemplo en las ventas. Pero habrá que escuchar a l@s propi@s librer@s cuando echen sus cuentas y nos digan si les mereció la pena el esfuerzo empleado en sacar a la calle los libros y acercarlos aún más a la clientela.
Nunca está claro que haya más comprador@s en la Feria que en las librerías. Sí que la clientela habitual acude una o más veces a sus mostradores porque le gusta ver libros una y otra vez y porque busca la firma de sus autor@s favorit@s. Lo del descuento no estoy seguro de que sea un gran atractivo, pero puede que sea el más importante.
Es bonito ver la Plaza de Aragón con las casetas de la Feria del Libro. Hay algo en ese sol y sombra junto a los árboles, en ese remanso peatonal, que atrae la vista y el oído de l@s paseantes y ralentiza sus movimientos mientras pasa por delante de los mostradores. Es una imagen con cierta sustancia de eternidad. La vemos desde dentro de ella y desde fuera y luego también en el recuerdo de ésa y de otras ferias. En todas nos sucedió algo especial: encontramos un libro, una persona, una idea... La magia de los libros transforma las horas y los días: esos libros cerrados en los que nos esperan quién sabe qué placeres, qué descubrimientos.
Hay que agradecer siempre a l@s librer@s de Zaragoza el esfuerzo que hacen cada año para ofrecernos el señuelo de la ilusión, la tentación de la virtud lectora.
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