ENFRIAMIENTO: UN TOPICAZO DE ENFERMEDAD
Es posible que estas chicas también estén enfriadas. Pero no lo dirán. Missssssssssssssssss.
Me ha cogido un virus y estoy hecho un desastre (más desastre). Paso medio día en cama y otro medio esperando a meterme en la cama. Los frenadoles, etc. Cuando te pones malo de repente (a media noche te despiertas del susto de lo mal que estás y sabes que algo ha pasado) resulta como si te hubiesen pegado un tiro desde nadie sabe dónde. Como al Kenedy presidente: de pronto, ¡zas! Y todo cambia. Me refiero a la impresión que se tiene, no a la gravedad, que no soy tan hipocondríaco como todo el mundo piensa, sólo lo justo para no perecer víctima de cualquier mal de vaya usted a saber qué gravedad...
Cuando estás malo y te llama alguien, siempre te cuenta de otra persona, ¡o de sí mismo!, que está mala como tú, prácticamente de lo mismo. No falla. Si no te hubieses puesto malo no te hubieses enterado: media ciudad está como tú, medio en cama, con los frenadoles...
El dolor de cabeza no mata pero tampoco engorda. La sensación de abatimiento es exagerada pero no hay quien te la quite. De mocos y esas cosas no hablaré. Se te inflama la garganta de tal forma que sientes en ella como un puño, pero a la hora de comer el alimento sigue su camino: no se ha enterado de que la garganta está mal (y no seré yo quien se lo avise). Si tropiezas se revuelben cerebro y cerebelo, pero no hay vahídos ni desmayos. No te apetece ducharte, y eso sí es un síntoma evidente de tu mal. Te preguntan por la fiebre cuando ya llevas frenadoles en el cuerpo como para congelar cualquier décima. De modo que no tienes fiebre. Pero no se te ocurra dejar de tomar frenadoles, o lo que sea que te han dicho que tomes. Duermes mal, pero eso es lo normal en estos casos.
La enfermedad, en realidad, no es más que un tópico detrás de otro. Un tópico que sienta mal.
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