ME ESTOY VOLVIENDO TONTO EN MEDIO DEL FOLLÓN DEL MUNDO
¿Llueve ahora en Paris? En Sagasta 21 son las diez en punto y sereno.
Ahí fuera suenan los primeros cohetes de las fiestas: imagino que tiene que ver con la bajada de las peñas al Centro. A media tarde pasaron bajo mi ventana unas cuantas, celebrando con antelación lo bien que lo vamos a pasar todos en elas fiestas del Pilar. Charangas, botas de vino, cachirulos al cuello (nunca fue el cachirulo un pañuelo como el del cowboy), risas, chanzas y demás expresiones de un júbilo programado para hoy.
Más lejos suenan cañones, ametralladoras, siseos de balas y ese rasssssss de cuchillos que aún se usan en las guerras televisadas: todo se convierte en armas: las arenas, el agua, las piedras, los cascotes, las manos, las lenguas, lor rezos, las bendiciones, los saludos, las lágrimas.
Entre charanga y guerras, ahí al lado un tipo con pinta normal aporrea sin piedad a su novia o a su mujer o a sus hijos para que los vea. Si mata, puede que se suicide. Si amorata, puede que ni siquiera sea denunciado.
En las calles, a estas horas del comienzo de la noche (y a otras hora) surgen camorras de jóvenes airados que prefieren desatar sus miedos y sus furias contra otros chicos, al azar casi siempre: ritos de sangre que los jueces tardarán en juzgar.
En unas oficinas que desconozco se suman las sumas nefandas, las plusvalías y las ganancias a costa de otros. De paso, unas chapuzas se blanquean con otras chapuzas más blancas todavía, blanquísimas. De exposición.
Hay un débil sonido que atraviesa paredes: alguien toca como aprendiz un piano. De repente, la melodiosa voz se calla.
Dicen que no hace frío y además el termómetro marca veinte grados: no está mal para estas fechas del año. Un regalo.
He pasado media tarde dormido y la otra media jugando a Ajedrez y perdiendo todas las partidas, haciendo tonterías increíbles, dando palos de ciego. ¿Me estoy volviendo tonto? He fregado la vajilla con esa pregunta en el agua del grifo. he escrito para el Heraldo mi columna más que nada por ver si ya estoy tonto de verdad, de remate.Con esta pregunta en la cabeza (es un decir) cenaré, miraré un rato lo que pongan en la tele y cerraré los ojos para dormir. Mañana me levantaré con la misma pregunta: ¿Me estoy volviendo tonto? Puede que en los sueños haya una respuesta. O en el espejo del lavabo. O, como dice la canción: "in the wind..."
Me preocupa, sí, volverme tonto en medio de un mundo de charangas, guerras, malos tratos, agresiones, chapuzas... Y nunca hay que olvidar la lucha de clases, ¡eso nunca! ¿Y para qué sirve un tonto en la lucha de clases?
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