CARTA A LAURA JOSÉ, LA JOVEN COMUNISTA CON LA QUE HE COLABORADO EN LA CAMPAÑA "¡UNA CALLE PARA VICENTE CAZCARRA!"
Querida Laura:
Acabo de recibir tu trabajado mensaje. Me ha gustado mucho todo. Gracias por alegrarme un poco la tarde.
Hoy he comido en la terraza de ese bar cercano a los terrenos de Giesa (amplios, vallados, pedregosos, lo que queda de edificio de Giesa muy vandalizado). Vecinos me han dicho que la empresa constructora (hay carteles) tardará en edificar, por lo de la crisis de ahora. No sabían nada del nuevo paseo...Imagino que cuando la Junta de Distrito se entere bien lo difundirá entre los vecinos... O la asociación de vecinos de allí... En fin, que ya se enterarán. Hacía mucho sol y se oían los gritos de los chicos del colegio cercano, salían luego los más pequeños con sus madres y abuelas, corría una brisa rntre la copa de los árboles más altos (pinos, chopos, álamos): hay bastantes árboles en todas las calles de alrededor... Si hubiera podido beber alcohol me hubiera emborrachado hasta que me hubieran tenido que traer a casa...He pensado muchas cosas muy dentro de mi dentro y he dado muchas vueltas a la manzana. He vuelto a casa andando, una buena caminata para después de comer, al sol. He pasado por la calle donde tenía el Abuelo su parcela: todo ha desaparecido, han edificado todo nuevo...me ha dado rabia...¡cómo me hubiera gustado ver por allí al abuelo, hacerle hablar de las luchas de su época, fumarme con él un Celtas con grandes estacas...Me he metido en la cama y he dormido una buena siesta. Me ha cogido (como siempre) el sol, así que me he tenido que dar crema... Ahora me tomo una cocacola mientras te escribo estas líneas. Paso muchas horas solo...Bueno, ya vale, ¿no?
Quisiera dormir y no despertar durante mucho tiempo y que fuese ya cuando todo esto de estos días hubiese quedado muy lejos. No tengo ninguna gana de ver a Maruja mañana, ni a nadie mañana, ni pasado mañana...
Leo las noticias: me estremezco pensando en todo lo que nos están organizando para los próximos años: hambrunas, terror, tomaduras de pelo, trágalas, crisis para que los ricos sean más y más ricos, desastres en África...pienso en las novedades positivas en América Latina y se me suelta la angustia: recuerdo el bombardeo de la Casa de La Moneda, con Salvador Allende dentro (cómo lo vimos en directo en la televisión, la rabia infinita que sentimos), pienso en los milllones de chinos entre lo malo y lo menos malo, la Cuba que no despierta, las mafias moscovitas, las barbaries de Servia y Kosovo, el interminable arrase de Irak, los niños muertos ayer en Palestina, las voces maroqúíes pidiendo tierras "españolas" (y lo que resultará de eso en España, en manos de la derecha), en los curas vampiros de los hospitales de Madrid...
Estoy leyendo un grueso libro raro sobre Henri Curiel, un curioso tipo eguipcio que creó el PC egipcio y luego hizo muchísimas cosas más hasta que lo asesinaron a la salida de su casa de París de cinco tiros, su mujer, que sabía desde siempre en lo que andaba metido su marido y temía lo peor, cuando se lo mataron esa mañana no podía creérselo, lo miraba tirado en la puerta del ascensor, con los cinco tiros en el cuerpo y no podía creérselo. Fue un tipo interesante, Henry Curiel (además, de ascendencia judía española), un tipo cosmopolita y comunista libérrimo cuando tocaba meter la cabeza bajo el ala y decir amén al amo del corral en el que cada uno sobrevivía. Curiel fue un activista sin padrinos o con demasiados padrinos al mismo tiempo, un hombre cultivado que se hizo inmediatamente hombre de acción porque vio la miseria de la gente del Cairo cuando él era un niño "extranjero", rico y extranjero aunque sus padres y abuelos hubieran llegado a Egipto con lo puesto...
Escucho Beethoven mientras el pitido insistente de mis oídos me irrita más y más y me tienta a apagar la música y escucharle solo a él, a ese pitido con el que de acuesto y con el que me levanto.
He visto a mucha gente por las calles: era un día normal muy normal para tod@s ell@s, un día como tantos otros, he pensado en mi día, mi visita al Paseo que aún no existe dedicado a un Vicente que ya no existe, tampoco está mi madre desde hace ya veintiocho años, mi madre, le diría lo del Paseo y su por qué, le contaría las cosas que me pasan, ¿o callaría para no preocuparla, como hago con mi anciano padre?, no hay derecho a ponerles nerviosos ni tristes, sólo contarles cosas que les pongan contentos, me gustaría en estos momentos que elguien me contara cosas que me pusieran contento, en cierto modo, Laura, tu email con las fotos del homenaje a Vicente y demás, me han puesto de un contento muy triste, no hay manera de pintar de blanco lo negro.
Todo el mundo hacía por las calles lo que suele hacer cada día todo el mundo, cada día, mientras nacen y mueren miles de personas, se derrumbarn miles de casas y de losas de hielo, se levantan miles de edificios, surcan el mar miles de barcos y el cielo miles de aviones dejando por unos minutos su estela, ya no está la estela del avión que acaba de cruzar el cielo, el día se nos va entre los dedos, entre las teclas, entre los pitidos y los golpes de timbal de un beethoven siempre vivo siempre dispuesto a proponer lejanas ilusiones, largos viajes, espeleologías hacia dentro de los dentros de cada cual, qué hay ahí abajo de cada uno de nosotros, ahí en la oscuridad, qué hay debajo de las piedras y las matas de malas hierbas floridas del solar vallado donde habrá algún día un nuevo paseo que se llamará Paseo de Vicente Cazcarra y qué será de mí para entonces, ¿tomaré una cerveza cerca de ese paseo?, ¿sentiré tan presente la insoportable ausencia de mi amigo Vicente Cazcarra?, ¿cuántos años más viviré con el peso de esta vida que a menudo detesto?
Querida y admirada Laura, gracias por tu ese nuevo email que has enviado a cientos de personas a las que acaso hayas animado un poco como a mí esta tarde con tu empeño cotidiano, con tu impulso juvenil, eterno.
Besos.
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